Steely Dan – Can’t Buy A Thrill (1972): La puerta de entrada a un mundo fascinante

Por Sergio Ariza

Donald Fagen y Walter Becker llevaban intentándose ganar la vida con esto de la música desde hacía varios años, habían tenido una banda, habían probado suerte como compositores en el Brill Building e incluso habían hecho de músicos de gira de la banda Jay & The Americans, pero su suerte cambió cuando decidieron mudarse a California y conocieron al productor Gary Katz. Este tuvo un presentimiento con sus canciones y les permitió grabarlas a ellos mismos, así que se buscaron una banda de ensueño, con dos guitarristas brillantes como como Denny Dias y Jeff "Skunk" Baxter, y Jim Hodder a la batería, con Fagen como cantante principal y encargándose de los teclados y Becker haciéndose cargo del bajo, por esa época un Gibson Thunderbird IV y se hicieron llamar Steely Dan. Así comenzaron a grabar su disco de debut, Can't Buy A Thrill, que ahora cumple 50 años.  

   

A pesar de no ser el más significativo de su unión entre jazz y rock, es uno de los más accesibles ya que la pareja principal no pensaba desaprovechar la oportunidad y quería que el disco vendiera, así aquí aparecen algunas de las canciones más comerciales y accesibles de su carrera, como Do It Again, Dirty Work o la gloriosa Reelin' In The Years.
    

Una vez comenzada la grabación la discográfica les comenzó a presionar para empezar a dar conciertos y fue cuando Fagen mostró bastante inseguridad a la hora de tener que cantar delante de gente, así que Baxter propuso a su amigo David Palmer que acabó cantando en dos canciones del disco, Dirty Work y Brooklyn, aunque terminaría saliendo del grupo ya que ni Katz, ni Becker estaban muy contentos con él y preferían a Fagen.
    

Los dos compositores ejercían un férreo control en la banda con todos los arreglos y canciones. Y es que solo a unos locos brillantes como a ellos se les ocurriría llamar a un guitarrista de sesión teniendo en sus filas a dos músicos como Baxter y Dias pero así fue, además ya conocían a ese guitarrista de sus sesiones en Nueva York en 1970 y el resultado de su aparición daría, nada más y nada menos, que el solo de guitarra favorito del mismísimo Jimmy Page. Se trata de Elliot Randall que toca en Kings y Reelin' In The Years. En la primera entrega un alocado solo con cierto sabor jazz rock, mientras que el segundo es la joya de la corona, la espectacular Reelin' In The Years, en la que su guitarra flota por toda la canción. La canción ya estaba hecha cuando Fagen y Becker le pidieron que grabara su conocido solo, pero dejemos que el propio Randall lo explique: "lo hicimos en una sola toma y no había nada escrito. Jeff Baxter tocó las partes armónicas, pero todo mi solo principal -intro/respuestas/solo/final- fue una toma continua tocada a través de una configuración muy simple: mi vieja Strato, la misma que he estado usando desde 1965, conectada directamente a un amplificador Ampeg SVT, y enchufada a un AKG 414. Todo el solo se me ocurrió, y me siento muy afortunado de haber tenido la oportunidad de tocarlo". Cualquier persona con un mínimo interés en nuestro instrumento favorito tiene aquí una parada obligatoria.
   

    

A propósito de esta canción también podemos entender mejor cómo funcionaba la pareja creadora de la banda y es que tras escuchar los resultados le ofrecieron un puesto fijo en la banda a Randall pero este prefirió no aceptar porque sabía de su carácter perfeccionista, ya le habían hecho repetir su solo cuando él pensaba que estaba perfecto. Claro que Can't Buy A Thrill va mucho más allá de su canción más recordada y de la celebrada aparición de Randall, la primera de varios solos míticos en las canciones de Fagen y Becker.
   

El disco se abría con el mayor éxito de su carrera, número 6 en las listas de Billboard, Do It Again, en la que mezclaban soft rock con toques de percusiones latinos, una sofisticada melodía y una cuidada letra sobre un criminal llamado Jack, la canción se redondeaba con un solo de sitar eléctrico a cargo de Dias. Luego llegaba la suave Dirty Work, con un gran uso del saxofón y la dulce voz de Palmer acompañada por Fagen en un gran estribillo.
   

    

También brillaba con intensidad la clase de la bossa nova de Only A Fool Would Say That, una canción que parecía casi ‘easy listening’ pero que era una respuesta sarcástica al idealismo hippie de John Lennon, uno de sus ídolos, en Imagine. La guitarra de Baxter va coloreando a la perfección toda la canción. Otro as ganador del disco era Midnite Cruiser, cantada por el batería Hodder, en la que vuelven a funcionar a la perfección las guitarras de Baxter y Dias.
    

En definitiva, luego llegarían obras mucho más redondas y complejas como Pretzel Logic o Aja pero Can’t Buy A Thrill sigue siendo una magnífica puerta al fascinante mundo de Steely Dan, una de las bandas con mejor sonido de la historia de la música popular americana.
   

Galería de foto