El virtuoso del Punk

Por Sergio Ariza

"No se puede superar a dos guitarras, bajo y batería". 

Robert Quine
no podría estar más de acuerdo con la frase de su idolatrado Lou Reed, sus mejores momentos siempre llegaron en un fluido diálogo con otro guitarrista, ya fuera apoyándolo como guitarrista rítmico o luciéndose con esos solos incendiarios en los que Ornette Coleman se miraba a la cara de Chuck Berry. Quine fue un estudioso de la guitarra que encontró su propio sonido y pudo desarrollarlo en medio de la revolución punk, una revolución en la que su guitarra destacaba tanto como su aspecto, un hombre de mediana edad, calvo y con camisas abotonadas hasta el cuello en medio de una ola de imperdibles, crestas y camisetas rotas...
 

Nació en Akron el penúltimo día del año 1942 y desde pequeño se convirtió en un obseso de la música, ya fuera Gene Autry o Django Reinhardt, pero cuando escuchó su primer disco de rock & roll su vida cambió para siempre. Se compró una Danelectro con dos pastillas y un amplificador por 130 dólares y comenzó a dar clases de guitarra con 15 años. No duró mucho, su profesor no estaba interesado en la nueva música y Quine solo quería aprender cosas de sus ídolos, James Burton, Chuck Berry, Jimmy Reed y, por encima de todos, Ritchie Valens.
 



En 1961 reunió el dinero suficiente para comprarse la guitarra con la que llevaba soñando desde que la vio en la portada del primer disco de Valens, una Fender Startocaster, además de un amplificador Tremolux. Pero para esa época el rock & roll había perdido a sus héroes primigenios, Berry estaba en la cárcel, Little Richard se había convertido en predicador y Valens había fallecido, junto a Buddy Holly, en un accidente de avión. Así que Quine comenzó a escuchar blues y jazz hasta que la aparición de la 'Invasión Británica' le volvió a llevar al rock, los grupos que más le atraían eran aquellos con dos guitarristas como los Rolling Stones o los Yardbirds, o en EEUU los Byrds, la fluidez entre guitarra rítmica y guitarra solista le parecía fundamental. En 1965 se enroló en una banda que hacía versiones de estos grupos y comenzó a mejorar considerablemente.
 

Quine seguía siendo un ávido consumidor de música y en 1967 conoció una banda que no estaba logrando mucho éxito pero que le cambiaría la vida para siempre, se trataba de la Velvet Undergrond, Quine vivía en St. Louis y cada vez que la banda tocaba allí iba a verlos, al final se hizo amigo y logró que le dejaran grabar sus actuaciones, Quine consiguió una increíble colección privada de la Velvet. Su disco favorito era White Light/White Heat, sobre todo I Heard Her Call My Name, llegándose a obsesionar con el solo de Lou Reed, al que veía conexiones con el free jazz de Ornette Coleman, pero también con Chuck Berry y Bo Diddley.
 



Estaba mejorando y enrolado en una banda llamada Bruce's Farm tuvo una revelación, había encontrado su propio estilo: "Fui a tocar a este concierto. Estábamos haciendo el ‘Eight Miles High’ de los Byrds, donde normalmente hacía un solo de guitarra muy largo. Pero esa noche algo encajó definitivamente. Estaba tocando de forma extraña, y no eran notas equivocadas. De repente, tenía el control. Es una sensación maravillosa cuando esto sucede, y no sucede tan a menudo... cuando de repente te transportas; estás en otro lugar".
 

Quine habría encontrado su estilo pero no la banda en la que encajara. En 1971 llegó a Nueva York, dejó la música y acabó trabajando en temas relacionados con el pago de impuestos. No había nada más aburrido pero sus pocas oportunidades para seguir trabajando como músico se fueron al garete por su problemático carácter. De esta época se cuenta la anécdota de que, a punto de conseguir un trabajo para Art Garfunkel, le dijo que su dúo con Paul Simon era para gente demasiado tonta como para entender a Bob Dylan, según cuentan Garfunkel le dio un puñetazo y la Stratocaster siguió cogiendo polvo dentro de su estuche.
 



Pero en Nueva York una nueva escena estaba surgiendo y Quine sintió una afinidad con estos jóvenes que cantaban nihilistas canciones y tenían, como él, en un pedestal a la Velvet. En 1974 descubrió a Television, un grupo liderado por Tom Verlaine y Richard Hell. Un año después comenzó a trabajar en una tienda de recuerdos de cine junto a los dos. Para ese momento Hell había salido de Television y había formado los Heartbreakers junto a los ex New York Dolls, Johnny Thunders y Jerry Nolan, pero Hell no estaba del todo contento con la dirección de su nuevo grupo y había hecho buenas migas con Quine.
 

A comienzos de 1976 Hell dejó a los Heartbreakers y formó una nueva banda con Quine a la guitarra, se trataba de Richard Hell & The Voidoids, a la batería llegó Mark Bell (con el tiempo Marky Ramone) y a la otra guitarra Ivan Julian.
 



La escena punk estaba en auge y el contraste entre Quine y el resto no podía ser más grande, en especial con el propio Hell, el creador de la imagen punk, con los imperdibles, el cuero, las camisetas rotas, mientras que Quine parecía un profesor de secundaria con sus chaquetas, sus 34 años y su calvicie. Al principio la gente se río, aunque en cuanto escuchaban las notas que salían de su Strato, se callaban. Eso sí, Quine no olvidaría esos desprecios, parte de la rabia y la ira que se escuchan en Blank Generation vienen de ahí, y la rabia y la ira no podían ser más punk. Eso sí, mucha gente olvida que cuando hablamos del punk neoyorquino, no lo hacemos solo de los Ramones, sino que había mucha diversidad y musicalidad en sus propuestas, de los intrincados juegos de guitarra de Television, a los ritmos de Talking Heads, pasando por la maestría de Quine.
 

Blank Generation
, publicado en 1977, es uno de los mejores discos de la primera ola del punk. Quine utilizó dos Stratos y una Telecaster con Bigsby, echufadas a un Fender Champ o a un pequeño amplificador Pignose. Su compenetración con Julian es perfecta, los dos tienen momentos para el lucimiento y momentos en el que apoyan al otro, aunque el más recordado es el solo de Quine en la canción titular, una descarga de feedback utilizando a partes iguales la atonalidad del free jazz y la energía del primer rock & roll. Pero, a pesar de su enorme influencia, Hell se hundió en las drogas y no hubo una continuación hasta cinco años después, en 1982, cuando apareció Destiny Street. Para ese momento solo volvieron Hell y Quine de la banda original, además el punk hacía tiempo que había cedido el testigo a la Nueva Ola. Aun así, el disco contiene alguno de los mejores momentos de Hell como compositor y de Quine a la guitarra, canciones tan irresistibles como The Kid with the Replaceable Head o Time, y solos tan interesantes como el de Staring in Her Eyes, en el que incluso emula los armónicos de Roy Buchanan.
 



Ese mismo año, le llegó la oportunidad que había estado esperando toda su vida, Lou Reed se fijó en él y le fichó como guitarrista para su banda. Podríamos decir que Quine se había estado preparando toda la vida para este momento y no falló. Lo primero que hizo fue convencer a Reed para que volviera a coger la guitarra, con apenas unos pocos ensayos, se pusieron a grabar The Blue Mask, el disco más Velvet de la carrera en solitario de Reed y el mejor desde los tiempos de Berlin. Es un disco crudo en el que las guitarras de Quine y Reed dialogan como si fuesen dos viejos conocidos, Quine brilla en todo el disco pero el momento definitorio de su estilo es el solo de Waves Of Fear, donde Quine traslada a notas el estado de psicosis del protagonista de la canción. Para el disco utilizó su Strato pero también una Ovation eléctrica de 12 cuerdas.
 

El romance entre Reed y Quine continúo en la gira de 1983, como se puede escuchar en el notable Live In Italy. Son los mejores conciertos que daba desde los tiempos del Rock'n'Roll Animal con Steve Hunter y Dick Wagner a las guitarras, pero esto era una cosa mucho más cercana al espíritu de la Velvet y al dúo que formaba el propio Reed con Sterling Morrison. Quine se luce en Kill Your Sons o en Betrayed, donde saca sus mejores licks country para demostrar la enorme influencia que James Burton tuvo en su estilo, pero es en las piezas de la Velvet donde realmente disfruta, con más de la mitad del repertorio girando sobre la antigua banda de Reed. Eso sí, todo llegó a su fin con la grabación de Legendary Hearts, los roces entre ambos comenzaron a ser grandes y Reed bajó sus partes en la mezcla final, algo que colmó la paciencia de Quine que decidió marcharse, aun así baste escuchar Make Up Mind para comprender su tremenda aportación al trabajo de Reed.
 



Desde ese momento se convirtió en un buscado músico de sesión, eligiendo muy bien sus apariciones con aportaciones a trabajos de Tom Waits, Marianne Faithful o Scritti Politti. De lo más interesante de este periodo son sus colaboraciones con el músico jazz John Zorn, con el que trabajó en The Big Gundown y Spillane. En el primero se luce interpretando la música de Ennio Morricone como se puede escuchar en la maravillosa Once Upon A Time In The West, mientras que en el último toca la guitarra con Albert Collins en Two Lane Highway.
 

Pero puede que su colaboración más interesante de los últimos años fue la que le uniera a Matthew Sweet. Se conocieron trabajando para Lloyd Cole, Sweet tocando el bajo y Quine entregando solos como el de She's a girl and I'm A Man. Quine ya aparece en Earth, pero su colaboración definitiva llegaría en Girlfriend, disco y canción. Su solo es escandaloso, su tono es cálido a pesar de los fraseos inusuales, vuelve a tocar notas disonantes pero, a la vez, es totalmente lírico. Es un ejemplo perfecto de su estilo y uno de los solos más extraños y conseguidos que jamás hayan aparecido en una canción que se convirtió en un éxito.
 



Su colaboración con Sweet se extendió en tres discos más y siguió colaborando con gente como They Might Be Giants o Brian Eno. Todo el mundo sabía que cuando contratabas a Quine no contratabas a alguien para que sonara como uno más, sino para que sonara como Quine. Daba igual que a mediados de los 90 abandonara progresivamente sus queridas Stratos por Telecasters, siendo su favorita una reedición del 52, Quine, como los grandes, siempre sonaba a sí mismo.
 



En agosto de 2003 falleció su mujer Alice y Quine no lo pudo soportar. Sus últimas grabaciones fueron para la banda sonora de una película que le encargaron, se puede escuchar su sufrimiento en las desesperadas notas que da. Quine siempre fue transparente y en mayo de 2004 sufrió una sobredosis, posiblemente planeada por él mismo.
 

Un par de años antes decidió seleccionar las pistas que mejor sonaban de sus incontables cintas de grabaciones de la Velvet y apareció Bootleg Series Volume 1: The Quine Tapes. En cierta manera Quine cerraba el círculo con el material que le había ayudado a encontrarse a sí mismo. Antes ya había dicho "parte de ser guitarrista - el noventa y nueve por ciento- es ser lo suficientemente obsesivo como para pasar miles de horas escuchando discos y practicando. Siempre he creído en la inmersión en la buena música. Tarde o temprano, si tienes alguna personalidad o inteligencia musical propia, se te ocurrirá algo propio". A él se le ocurrió y muchos otros consiguieron su estilo escuchándole a él.


Galería de foto