Locura psicodélica

Por Sergio Ariza

En la vida de Alexander ‘Skip’ Spence es difícil distinguir entre la realidad y la leyenda, la perspectiva se pierde ante alguien que militó en tres de las bandas más importantes de la floreciente psicodelia, Quicksilver Messenger Service, Jefferson Airplane y Moby Grape, pero que terminó sus días como un sin hogar. Alguien que editó su primer disco en solitario después de pasar seis meses encerrado en un hospital psiquiátrico y que no volvió a publicar nada a pesar de contar con tan solo 23 años de edad y tener seguidores como Robert Plant o Tom Waits. Su mente se quemó antes de tiempo pero brilló lo suficiente como para que todavía hoy lo podamos recordar a la altura de otras luminarias dañadas como Syd Barrett o Rory Erickson.  

Originario de Canadá, Spence encontró acomodó en California donde se hizo un hueco en la escena folk local. En 1965 pasó una prueba para formar parte de una banda que se estaba formando junto a John Cipollina entre otros. La banda ensayaba en The Matrix, un club regentado por Marty Balin, quien también estaba formando su propia banda. Cuando vio a Spence quedó deslumbrado, "Skippy era este hermoso chico, resplandecía como el oro" contaría Balin después "en cuanto le vi le dije vas a ser mi batería". Spence tocaba la guitarra y no había tocado la batería en su vida. A pesar de todo Balin le pasó unas baquetas y le dijo que comenzara a practicar. Una semana después ya tocaba con fluidez y comenzaba a ensayar con el nuevo grupo de Balin. Los de Cipollina se terminarían convirtiendo en Quicksilver Messenger Service pero el grupo de Balin no era otro que Jefferson Airplane. En ese momento la banda consistía en Balin a la voz y la guitarra rítmica, Paul Kantner haciendo lo mismo, Jorma Kaukonen a la guitarra principal, Jack Casady al bajo, la vocalista Signe Toly Anderson y Spence como baterista. Juntos grabaría el debut de la banda, Jefferson Airplane Takes Off, editado el 15 de agosto de 1966.
 



Para ese momento ya había abandonado la banda pero dejó un importante legado. La canción que abre su debut, Blues From an Airplane, es una composición suya junto a Balin, además también compuso, Don't Slip Away, y, a pesar de ser sustituido por Spencer Dryden, la banda utilizaría una de sus canciones, My Best Friend, en su segundo disco, Surrealistic Pillow, la obra que sirvió de presentación al mundo del rock psicodélico californiano. Sobre su salida de la banda hay, como tantas veces en la vida de Spence, múltiples versiones. Desde que se cogió unas vacaciones sin avisar para irse a México con dos chicas hasta que se cansó de su papel como batería y quiso volver a la guitarra. Lo que parece claro es que Spence buscaba ampliar su papel e importancia, algo que conseguiría con creces en su siguiente aventura, Moby Grape.
 

El ex mánager de los Airplane, Matthew Katz, se había visto atraído por el carisma de Spence, así que, después de que este rechazara una oferta para convertirse en batería de Buffalo Springfield, decidió formar una banda a su alrededor para competir con los de Balin. Juntos decidieron buscar entre los talentos de la zona para crear un grupo en el que todos los miembros fueran excelentes músicos, además de poder cantar y componer. Spence tenía claro que quería una formación con tres guitarras como los Buffalo Springfield y así fueron llegando el resto de miembros, el maravilloso guitarrista Jerry Miller que había estado en los Frantics y había acompañado a Bobby Fuller, el batería Don Stevenson que había tocado con gente como Etta James o Big Mama Thornton, el guitarrista Peter Lewis, con un estilo a medio camino entre el folk y el country y un excelente dominio del 'fingerpickin' y, para completar, el bajista Bob Mosley con una excelente voz llena de soul.
 



Como no podía ser de otra forma, la formación era pura dinamita en directo, bajo los excelentes arreglos de Spence comenzaron a ganarse una legión de seguidores entre los asiduos al The Ark, otro de los garitos fundamentales de la escena de San Francisco. Neil Young y Stephen Stills no se perdían una actuación y para Sam Andrew, de Big Brother & The Holding Company, eran mejores que los Beatles. Algo debían tener cuando el productor David Rubinson, que se había acercado a The Ark para ver a The Sparrows (que posteriormente se convertirían en Steppenwolf), decidió dejarlo todo, mudarse a San Francisco con su familia y conseguir que ficharan con Columbia. Tiempo después recordaría la intensidad de aquella primera actuación: "Moby Grape era la mejor banda americana que había visto nunca (...) Todo el mundo podía cantar, pero Mosley y Spence eran la energía. Eran monstruosamente intensos".
 

Las expectativas para su primer disco eran extremadamente altas, pero, aun así, no defraudaron. El material era de primera calidad y todos aportaban canciones y compartían la voz principal. Se trata de una de las grandes obras maestras de la psicodelia de San Francisco siendo, además, uno de los pocos ejemplos de aquella época que no suena anclado en los 60, sirviendo de puente entre la psicodelia y la vuelta a las raíces que propondrían grupos como The Band o la Creedence. Spence era el encargado de arreglar la mayoría de las canciones y puso su firma en tres de las canciones Indifference y Omaha, en solitario, y Someday, junto a Miller y Stevenson. Las tres son grandes composiciones pero Omaha es la joya de la corona, un ataque frontal a tres guitarras; con un excelente trabajo de Miller y su mítica Beulah (una Gibson L-5 CES del 62 que se compró en homenaje a Wes Montgomery) y el acompañamiento de Spence con su Stratocaster; que la revista Rolling Stone eligió como una de 'Las 100 mejores canciones de guitarra de todos los tiempos'. Aunque tampoco se pueden obviar otros grandes momentos como Hey Grandma, con la explosiva voz principal a cargo de Spence, o las delicadas 8:05 y Sitting By The Window. Pero el 'hype' voló demasiado alto y actúo en contra del grupo, Columbia decidió promocionarlo sacando cinco sencillos al mismo tiempo. Las radios no sabían que canción poner y solo Omaha entró entre los 100 primeros, en un decepcionante puesto 88 para una canción de semejante calibre.
 



Aun así el disco vendió bien y subió al puesto 24, convirtiendo a los Grape en la nueva sensación de la escena. Pero varias malas decisiones volverían a conspirar en su contra. En agosto del 67 les ofrecieron un puesto en el Festival de Monterey pero después de que Katz pidiera un millón de dólares para aparecer en la película que rodó D.A. Pennebaker, no aparecieron en la misma y encima les tocó la ingrata tarea de abrir el festival. Aun así se llegó a grabar su actuación y años más tarde pudimos disfrutar de un Spence desatado con su Gibson 355 cantando Hey Grandma. Poco después, cuando negociaban con Elektra para desligarse de Columbia, descubrieron que Katz poseía los derechos del nombre del grupo, una decisión que les dejaría sin nada de dinero en el futuro.
 



Pero las cosas tomarían un rumbo todavía peor cuando, durante la grabación de su segundo disco Wow/Grape Jam, Spence comenzara a juntarse con compañías más que dudosas. La más peligrosa era una groupie que se llamaba a sí misma bruja y que comenzó a mezclar todo tipo de drogas para él en rituales de magia negra. El ya de por sí inestable Spence comenzó a tener alucinaciones en las que se veía a sí mismo como el Anticristo. En medio de una de ellas, agarró un hacha y con solo su pijama puesto entró a hachazos en la habitación de su compañero de banda Don Stevenson que, por suerte, no estaba allí. Luego se dirigió a la habitación de Miller y comenzó a derribar la puerta a hachazos. También se libró, pero el ataque homicida de Spence no terminó allí, paró un taxi con su pijama y su hacha y se marchó al estudio a matar a su productor, David Rubinson. A este le avisaron Miller y Donaldson y cuando llegó la policía ya le estaba esperando, ese mismo día le encerraron en el hospital psiquiátrico de Bellevue. Era abril de 1968, Spence iba a cumplir 22 años ese mismo mes y Wow/Grape Jam, el segundo disco de Moby Grape, acababa de ser publicado unas semanas antes. Aunque estaba lejos de la brillantez de su primera obra, todavía había chispazos de inspiración como el Motorcycle Irene de Spence o Never, una canción en la que muchos han visto la inspiración del Since I've Been Loving You de Led Zeppelin, no en vano Robert Plant era un gran fan de la banda, y de Spence en particular.
 

En Bellevue estaría seis meses y le tomarían la famosa fotografía que se usó en la portada de Oar. Se le ve fuertemente sedado con torazina sonriendo en su propio mundo. Pero, a pesar de todo, sus meses en el internado mental fueron su última explosión de creatividad. A pesar de todo lo que pasó, fue Rubinson el que fue a recogerle cuando salió de allí, Spence le dijo que tenía la cabeza llena de ideas para nuevas canciones pero que, al no tener su guitarra consigo, necesitaba una para poder registrarlas. Rubinson, que seguía creyendo en su talento, le preparó una sesión de grabación en Nashville con una única instrucción para el ingeniero de grabación, dejar la cinta grabando. Luego la leyenda mejoró la historia y tenemos a Spence abandonando el hospital con la bata del mismo, cogiendo una Harley Davidson y dirigiéndose a Nashville para empezar a grabar ese mismo día la obra por la que sería más recordado, Oar.
 

Sea como fuese su llegada a Nashville, el hecho es que allí daría forma a un disco libre y caótico, un doloroso viaje a los nubarrones de su mente bellamente musicado con un intimista folk psicodélico. En tres únicas pistas, Spence grabó todos los instrumentos y voces del 3 al 12 de diciembre de 1968 y tuvo preparado el que se puede considerar su testamento artístico, el recordado Oar. El disco que se abre con una de sus mejores canciones, Little Hands, y en el se encuentran otras maravillas como War In Peace, donde demuestra que también era un interesante guitarrista principal, la lúgubre Weighted Down (The Prison Song) o la extraña belleza de All Come To Meet Her Now.
 



Spence le mandó las cintas a Rubinson y se marchó con su familia, su estado mental nunca se recuperó y se pasaría la siguiente década entrando y saliendo de instituciones mentales. Sus problemas con la droga fueron en aumento y se rumoreó que en los 70 tuvo una sobredosis que le tuvo tumbado en una morgue como un cadáver hasta que se levantó, pidió un vaso de agua y se marchó de allí. También se hablaba de una rata que le acompañaba a todas partes y con la que compartía la afición de esnifar cocaína, además de su peculiar manía de contar historias sobre muertes violentas con un hacha...  

Pero volviendo a Oar, Rubinson le llevó el disco a Columbia y la compañía no quiso saber nada de él, salió al mercado como un favor especial el 19 de mayo de 1969 pero sin promoción ninguna. Cuenta con el dudoso mérito de ser el disco peor vendido de la compañía en el tiempo de su publicación, con poco más de mil copias. Pero, al igual que la reputación de Spence, su fama fue creciendo con el tiempo y se convirtió en una obra maldita y de culto. Se puede rastrear su influjo en artistas tan variados como Beck o Tame Impala pero Spence casi no vivió para ver su resurrección. Justo cuando un grupo de admiradores (entre los que se encontraban Robert Plant, Tom Waits o el propio Beck) grababa un homenaje llamado More Oar: A Tribute to the Skip Spence Album, Spence enfermó y murió un 16 de abril de 1999, dos días antes de cumplir 53 años. Nunca tuvo suerte y acabó sus días en la indigencia, viviendo en un tráiler en el que, a veces, le visitaban sus ex compañeros de Moby Grape.
 

Hacía tiempo que su cabeza había dejado de funcionar completamente, precisamente fue con Moby Grape con los que grabó la canción en la que se puede ver con claridad como el propio Spence era consciente de su descenso al infierno de la locura. Se trata de Seeing, también llamada Skip's Song, registrada durante las sesiones de Wow pero que vería la luz en el tercer disco de la banda, Moby Grape '69. Allí se puede ver una ventana hacia las tinieblas de su interior: "Can’t beat a dream of death today" canta hasta que al final comienza a suplicar "Save Me!" sobre la chispeante guitarra de Miller. Una lástima que su desesperada plegaria por su propia sanidad mental no fuera atendida...


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