Propagando la palabra de Chuck Berry

Por Sergio Ariza

A comienzos de 1977 AC/DC ya tenían tres discos a sus espaldas pero sería en las sesiones de este cuarto disco cuando encontrarían su fórmula ganadora, un sonido propio y duro que grabarían en piedra y al que serían fieles durante el resto de su carrera. Malcolm Young había dado un paso atrás para centrarse en el ritmo y le había dejado todos los focos a su hermano Angus, como se puede comprobar en la portada. El pequeño de los Young iba a encontrar en este disco el mejor escaparate para sus explosivos solos y la banda iba a entregar un maravilloso disco de rock potente, sucio y sudoroso, un sonido que podría ser la definición misma del rock & roll.                



Y es que al sonido AC/DC se le ha llamado muchas cosas, incluso en ese 1977 hubo quien los alineó (incorrectamente) con el pujante punk, pero como ellos mismos afirman lo que hacen tiene una definición básica, rock & roll. No es de extrañar que en la canción titular Bon Scott recoja la letra de Roll Over Beethoven donde Chuck Berry la había dejado, para mostrarnos a Tchaikovsky propagando el evangelio del rock. Los australianos tenían claro lo que eran y lo que no eran, puede que no hubieran inventado la rueda (de eso ya se había encargado Berry), pero la hacían girar mejor que nadie.
 

Desde el momento en el que comienza a sonar el riff de Go Down hasta el arrollador solo con el que se cierra Whole Lotta Rosie (en el que el amplificador de Angus terminó, literalmente, echando humo), Let There Be Rock es una avasalladora máquina de hacer rock sin interrupción, las baladas y los medios tiempos se los dejaban a otros. Es sólo rock & roll, pero a los australianos les gusta.
 



Los dos claros himnos del disco son la canción titular y la imparable Whole Lotte Rosie, la oda de Bon Scott sobre una amante obesa, musicada con la precisión habitual por los hermanos Young, con un ojo puesto aquí en Little Richard, pero cualquiera de las otras siete canciones podrían valer como un máster en el crudo sonido de la banda. Un sonido basado en dos guitarras, la Gretsch Jet Firebird de Malcolm que ponía los cimientos y la SG Standard del 68 de Angus que ponía la guinda del pastel. Su sonido es notorio y cien por cien reconocible, cada acorde que da Malcolm se sabe que es suyo y cada nota de Angus parece dispuesta a seguir la autopista al infierno. Sobre esa base Scott se deja la garganta cantando sobre las tres cosas que más le interesaban, sexo, drogas (principalmente, alcohol) y (mucho) rock & roll.
 


El disco se lanzó el 21 de marzo en Australia y el 25 de julio en el mercado internacional. Crabsody In Blue, una de las canciones más blues de su repertorio, era un buen tema con un gran trabajo a la guitarra de los hermanos Young, en especial un afilado Angus, pero también era la pieza más floja del disco y la única en la que pisan, mínimamente, el freno. Así que no extraña que en la versión internacional del disco fuera sustituida por la tremenda Problem Child, proveniente de Dirty Deeds Done Dirt Cheap.
 

La banda se había encontrado a sí misma y ya no había quien los parara, en los siguientes discos irían puliendo la fórmula hasta encontrar la perfección con Back In Black. Pero Let There Be Rock fue el disco con el que AC/DC se convirtió en AC/DC, tanto es así que este fue el primer disco en el que apareció por primera vez su mítico logo, sinónimo de rock & roll de alto octanaje. Haz hueco Beethoven y cuéntale las noticias a Tchaikovsky.
 

 

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