Rafa Gutiérrez y aquella España que se escribió con G

por Alberto D. Prieto & Massimo D'Angelo

¡Ah! Ya iba siendo hora, un poquito de fiesta y basta de darse tanta importancia... Es 1985 y ya ha pasado un tiempo de eso de la Transición, de la que ya se habla en pasado. Menos mal. Los vaqueros se han acortado hasta parecer pesqueros, las camisetas se las remangan ellos y las completan ellas con hombreras. Los del pensamiento moderno y las nuevas libertarias se ríen de estos niños bien, pero ya son una nueva tribu que asoma por la ciudad mientras la lluvia va empapando el parque: los que no buscan la movida, los que han crecido en ella sin asistir a su gestación, sin construirla, esos que han pasado por el Rockola como si fuera el metro de Núñez de Balboa, rutinariamente: es un transbordo, yo voy a otra parte. Hombres G aparecieron sin saber que lo hacían en el momento en el que eran necesarios. La afectación cultureta, la reivindicación, empezaba a estandarizarse: llevaban ya un rato gobernando los socialistas y toda esa rebeldía se había institucionalizado y formaba ya parte del sistema. Tocaba escuchar a los que no habían corrido nunca delante de los grises, muchachos de bar y carpeta escolar con recortes de actrices en el forro, baladas de amor, chorradas sin pretensiones y ligoteo... la gente. Quizás de ahí la G de estos veinteañeros sin pasado y con toda la España del futuro por delante. Ahora cumplen 30 años dando vueltas al surco de vinilo y al planeta entero estos cuatro chicos, remedo beatle a la española. Jóvenes que no gritaron, que cantaron al amor, que vistieron formal, y cuya mayor rebeldía fue colar un gilipollas en un verso y un mamón en un título... Esa España nueva buscaba una personalidad y ellos se la dieron de algún modo. Y al dársela, pasaron a conformar la espina dorsal de un país que, en esos segundos ochenta, despertaba al consumo de masas, a las niñas de uniforme y al hedonismo. Ellos no lo sabían, pero hacían falta. Se les dio el estandarte de la España de la Quinta del Buitre, ésa en la que los jóvenes de ciudad empezaban a tener un Ford Fiesta blanco desde el que sonreír a la niña de la trenza que un día conoció a su espalda, de pie en la barra, con los amigos y una cerveza. Los Hombres G subieron las escaleras de la fama, visitaron a Rita, la reina de la ginebra, y a sus amigas focas, que ya nunca más se rieron cuando les vieron pasar...  

Cumplen 30 años, soplan 30 velas y nos cruzamos con Rafa Gutiérrez, Hombre G, (donde la ‘G’, sin duda alguna -en su caso- está por ‘Guitarra’) artista invitado a un concierto en uno de los miles de bares que pueblan la capital española. Descubrimos a un rockero con toques blues que no quiere robarle la escena a Susan Santos, la protagonista del concierto. Quedamos con él para una entrevista, para hablar de guitarras -su vida- y de
la música -su pasión-.
 

A los pocos días estamos en su casa y la entrevista naufraga…naufraga en el agua que ese día cayó a mares fuera del estudio que tiene en su casa y porqué Rafa es demasiado cercano: hablamos con el ‘feeling’ que sólo dos amigos desde hace mucho tiempo tendrían. No es una entrevista sino una charla, un recorrido por sus guitarras, recuerdos y proyectos.
  Cuando llegamos al estudio sus joyas están en muestra, ordenadas, luciéndose.  

Rafa
: Faltan algunas que he llevado a arreglar: una Kramer que me compré en el año 80 en Nueva York y que empecé a customizar como un loco. Entre mis guitarras es un clásico: salió en muchas fotos de Hombre G. Tiene la firma de Muelle, un batería punk de aquella época. Un día vino al local de ensayo y cuando se fue estaba todo firmado, mi guitarra, los amplis, hasta las paredes…
También una Gibson SG Necesitaba un puente Bigsby y dije: ¡a esta! Hace 4 ó 5 años se me cayó del escenario y se agrietó la pala por atrás pero afinaba muy bien. Luego hace unos meses se me volvió a caer y ya no afinaba. Está gafada, la he mandado a arreglar.  

Historias de guitarras. Guitarras con historia.
 

Ibanez Gem 77

Rafa: La compré durante la moda de Steve Vai en los 80. La busqué en Estados Unidos pero no la encontré (compré una Peavey Vandenberg…era brutal esa guitarra, super heavy). Entonces, en España, compré la Gem: era amarilla fosforito, preciosa, en el escenario, con la luz negra, parecía cambiar de color. El cuerpo era muy blando y no afinaba, siempre se desajustaba, se movían los tornillos, entonces un luthier (José Luis de Frutos) la arregló…y le cambié el color. Borró el nombre de Ibanez, así que les hicimos una placa donde puedes leer ‘Sufre Mamón’, mi nombre y mi fecha de nacimiento.  

The Loar

Rafa: Tengo un amigo, Ernesto García Puche, que tiene un estudio: toco con él en un dúo acústico por los bares…con él hemos rescatado Rafa&Co, un grupo que monté en los 90. Ernesto siempre está buscando guitarras de segunda mano, es como mi mano derecha. Está empeñado en encontrar el sonido del dúo y encontró esta The Loar usada. Llevaba una pastilla P90 pero la cambié. Monto una cuerdas entorchadas planas para sacar un sonido a medio camino entre una acústica y una española. Quería un sonido parecido al de James Taylor.  

Martin&Co. y otras acústicas

Rafa: Esta Martin es una PRO, es mi primera acústica: cuando empezamos con Hombres G no teníamos mucha idea de guitarras ni éramos buenos músicos. Quería una acústica que no fuera muy cara. Tiene 30 años. Le bajé un poco el mástil y le puse una pastilla Takamine. En esa época las únicas amplificadas eran las Ovation y algún piezo Takamine. No la he tocado mucho, nunca. A partir de 2002, cuando volvimos con los Hombres G, me compré otra acústica. Es una Lakewood, está bien, muy bien construida. Ahora toco mucho con una Taylor, es muy blandita. Monto 013 y 016 como primera y segunda cuerda. Con las acústicas siempre he tenido mucho recelo. Para mi es un sufrimiento: como guitarra solista, siempre tienes en el fondo a rítmica que ‘te come’, y no te oyes. Así que me animé y puse dos cuerdas ‘gordas’. Estos últimos años he empezado a abrirme más a las acústicas.  

Gibson (& family)

Rafa: La mejor guitarra que tengo. La principal de esta gira. Tenía una en los 80 y la vendí. Cada vez que voy a Estados Unidos me pregunto qué guitarra me falta: de caja, más rock, más blues... La Gibson Les Paul Custom la compré el año pasado en Nueva York. Es una historia mágica. Estábamos en un hotel entre la 30 y la 7ª. Estaba buscando un Guitar Center y no encontraba la tienda. Paré al lado de un taxi. Le pregunté al taxista hindú –con mi inglés- si sabía donde había una tienda de guitarras. Y el tipo me dice ‘guitar shop? Three o, three o!’ Y no entendía…¿trío? Ya pillé que se trataba de una tienda en la calle 30. Y la encontré: 30th Street Guitars, todo vintage: es un infierno ¡me dejaría todo allí! Encontré ésta, es de 1970. La pagué 1.200 dólares. Había dos y compré una, con este sunburst precioso.  
Luego tengo esta, una Gibson Les Paul Classic Gold Top, una maravilla. La compré en 2005, como siempre he sido fan de Dickey Betts, me ilusionaba tener una Gold Top.  
Tuve una Gibson Explorer pero tenía un mástil demasiado fino.  
La Flying V fue una compra curiosa. Es muy rockera. Fui a comprar un pedal Whammy…no tenían el pedal y me compré la guitarra. Sonido Gibson puro. Es ligera.  

La Epiphone en vintage white la compré en Sam Ash en Los Ángeles hace 5 ó 6 años. Es antigua pero no la pagué más de 1.100 dólares. Necesitaba una de caja. Tiene un sonido buenísimo tanto con distorsión como en limpio. Tiene más señal que la Gold Top. La rítmica de rock sale muy bien y es muy cómoda. La enchufo a un ampli boutique que me hizo un luthier. Con esa he grabado muchos temas del disco de Saltimbanquis.
 

Fender (& family)

Rafa: Esta fue mi primera guitarra, una imitación de Telecaster Thinline de 10.000 ptas. (60€). Era de un grupo de Barcelona, se llamaban Los Cepillos: vinieron a Madrid y me la vendieron después de un concierto en el Rockola porque no tenían dinero para volver a casa. La primera guitarra de Hombres G. Es algo especial. Estuve casado durante un año en el 1985 y mi mujer, cuando nos separamos, me pidió quedarse con ella. Hace 4 años me encontré con un amigo común, un músico. La guitarra la tenía él y me la devolvió.
Tuve luego una Fender Thinline con doble humbucker, que vendí en los 90, idéntica a la del guitarrista de Coldplay.  
Tengo una Telecaster Nashville mexicana con piezo eléctrico. Toco con ella un par de temas en directo. No uso mucho la Telecaster, pero esta tiene un sonido acústico espectacular.  
Y tengo una Stratocaster. Le puse un humbucker en el puente: toco agudo y necesito potencia.  

GUITARS EXCHANGE: ¿Qué guitarra falta a tu colección?

Rafa: Quizá una Mosrite, pero son difíciles de encontrar. Me gustan las Rickenbacker (soy fan de Paul Weller) son preciosas pero no las uso: no puedes hacer solos con ellas. Una Gibson Explorer o una Firebird: vi el otro día un concierto de Muddy Waters en directo de los años 70. Salía Johnny Winter (20 y pocos años en aquella época) con su Firebird. Tuve una como la de Phil Manzanera y Stephen Stills. La veía en las fotos de los 70 y me encantaba. Hace años Gibson me dejaba guitarras, hice un encargo, pero luego no llegué a cogerla.  

GUITARS EXCHANGE: ¿Sigues colaborando con Gibson?

Rafa: No, en España no hay fans de instrumentistas: hay fans de cantantes. Yo tengo miles de fans pero no pienso que la gente compre una Gibson porque me vean tocar con ella. Quizás en América Latina, allí es diferente.  

GUITARS EXCHANGE: ¿Cuándo y cómo aprendiste a tocar?

Rafa: Aprendí a tocar la guitarra en el 1974, en el colegio de curas cuando tenía 12 años. El profesor de guitarra española nos afinaba las guitarras antes de la clase. Yo era de los primeros así que me sentaba a esperar a los otros sentado, ensayando Smoke On The Water de Deep Purple, lo único que sabía. A la semana el cura me echó. Aprendí música gracias a un amigo que dibujó un mástil de una guitarra y apuntó en cada traste la nota correspondiente. Ni solfeo ni nada: aprendí así. Escuchando y tocando en casa. Deep Purple, Rory Gallagher, 10 Years After, Allman Brothers esa fue mi escuela…un amigo tocaba rítmica y yo me pasaba días y días a puntear encima.  

GUITARS EXCHANGE: ¿De Allman Brothers a Hombres G?

Rafa: En los años 80 confluimos los dos en la new wave, los Hombres G de la escuela pop de los Beatles y yo de la escuela rock, nos gustaban los clásicos de la época: The Clash, The Jam, The Cars, Sex Pistols, Police, Blondie, Graham Parker. Ellos estaban en esa onda y nos encontramos. Paramos en el 91, para descansar, y pasaron 10 años sin vernos. Pero en América seguimos vendiendo. En 2002 nos fuimos de gira para México y nos quedamos por allí durante dos meses. Ahora hemos abierto mercado en Estados Unidos, que está lleno de latinos. El circuito de conciertos son clubs de 2 ó 3.000 personas. Tocamos mucho en la cadena House of Blues en Chicago, Boston, etc. El público está allí. Tocamos dos veces en el Fillmore de San Francisco. En Los Ángeles tocamos en el Staples Center, delante de 30.000 personas, en el estadio de los Lakers. Dos años seguidos.  

GUITARS EXCHANGE: ¿Qué sería tu vida sin guitarra?

Rafa: Una mierda…  

Rafa
es un guitarrista con experiencia, comprometido en lo social (junto con Manuel Rodríguez le hemos entregado una guitarra acústica de la alta gama de MRGuitars que será subastada para recaudar fondos para la Asociación Dedines de Getafe) y extremadamente cercano. Sueños blues en su cajón, nuevos proyectos y muchas ganas de seguir haciendo lo único por lo que vive: tocar.
Nos despedimos de él. Ya no es 1985. Han pasado 30 años, 7 millones de discos vendidos y los conciertos multitudinarios (como el de Valencia en los ’80, delante de 200.000 personas). Y Hombres G sigue llenando plazas y palacios. Y Rafa sigue dando saltos, tocando solos con la misma fuerza.  

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