Encontrándose a sí mismo
Por Sergio Ariza
En enero de 1971 David Bowie acababa de cumplir 24
años y tenía tras sus espaldas tres discos de estudio y una carrera de siete
años (si contamos la fecha de publicación de su primer sencillo) que no parecía
estar llevándole a ningún sitio. Había probado las mieles del éxito en 1969 con
Space Oddity pero, tras el fracaso de
The Prettiest Star, volvía a la casilla
de inicio. Para colmo su amigo Marc Bolan, que había empezado a la
vez que él, se estaba convirtiendo en la estrella de rock más importante del
país con sus T. Rex.
Bowie sabía que tenía talento pero tras haber
empezado en el R&B, haber sido Mod, cantautor hippie o mimo cabaretero, no
tenía muy claro quién era él realmente. Era el momento adecuado de mirarse en
el espejo y ver que se veía reflejado. Fue una revelación, Bowie vio que era la
suma de sus cambios, no era un cantante R&B, ni uno folk, era todos ellos a
la vez, como diría más adelante su verdadero estilo era una amalgama, "Jacques
Brel liderando a la Velvet Underground". El cambio
era su personalidad y sabría reflejarlo a la perfección: "Aún no sé a qué estaba esperando y el tiempo
corría deprisa hacia un millón de callejones sin salida. Cuando pensé que ya lo
había logrado resultó que el sabor no era tan dulce. Así que me enfrenté
conmigo mismo pero nunca conseguí vislumbrar cómo ven los demás al farsante.
Soy demasiado rápido para hacer la prueba. Cambios (date la vuelta y enfréntate
a lo desconocido) Cambios, no quiero ser un hombre rico. Cambios (date la
vuelta y enfréntate a lo desconocido) Cambios, tendré que ser un hombre
diferente, el tiempo podrá cambiarme pero yo no puedo seguirle a él".
Hunky
Dory supuso la creación del mito Bowie como camaleón,
del artista tal y como lo entendemos. Fue en estas canciones donde se descubrió
definitivamente y se matriculó 'cum laude' como exquisito compositor. A ello
ayudó que saliera de su zona de confort y empezara a componer con un
instrumento que no dominaba especialmente bien, el piano. Hasta ese momento su
instrumento de elección a la hora de hacer nuevas melodías eran sus queridas
guitarras acústicas de 12 cuerdas, en la época una Guild y una Hagstrom, pero
para Hunky Dory comenzó a juguetear
con un piano que había en el piso que compartía con su mujer Angie, quien estaba a punto de dar a
luz a su primer hijo (para él sería la adorable Kooks). Fue así como exploró otras posibilidades y dio al disco un
sonido más austero y menos rock que el anterior, The Man Who Sold The World.
Aun así Bowie había quedado encantado con su
nuevo guitarrista, Mick Ronson, y decidió volver a
llamarle para esta nueva grabación. Ronson volvería a convertirse en su arma
secreta y además le traería una banda al completo, Mick Woodmansey a la batería y Trevor
Bolder al bajo. Las Arañas de Marte
estaban dispuestas para grabar su primer disco junto a Bowie, aunque todavía no
supieran que tenían ese nombre. Otros factores importantes en la grabación
serían la entrada de Ken Scott como
productor, sustituyendo a Tony Visconti,
y el fichaje de Rick Wakeman al
piano. Bowie sabía que tenía varias gemas bajo el brazo pero también era
consciente de que su rudimentario conocimiento del piano no era el mejor para
sacar de ellas todo su potencial. Así que se sentó junto al futuro miembro de Yes y le dijo que quería hacer este
disco desde un ángulo distinto, construirlo alrededor del piano, así que debía
tocar estas canciones como si fueran piezas de concierto de piano, tocando
todas las notas posibles y que luego las adaptaría a partir del arreglo de
piano. Wakeman no se lo podía creer, las canciones eran increíbles, cosas como Life On Mars? o Changes, canciones destinadas a permanecer en la memoria colectiva.
Las sesiones de grabación fueron maratonianas,
con un Bowie al mando de ellas, sabiendo siempre como sacar lo mejor de sus
músicos. Ronson, a pesar de no tener tanta presencia como en The Man Who Sold The World, vuelve a
brillar con su Les Paul Custom del 68 en varios momentos como en Life On Mars?, Eight Line Poem, Song For Bob
Dylan o Queen Bitch, el momento
que adelantaría el sonido del personaje con el que alcanzaría la cima un año
después. Pero la importancia de Ronson en el disco va más allá de su guitarra y
es que en los meses anteriores ha estado estudiando teoría musical y arreglos,
así que con esos conocimientos y su talento natural se encargará de los maravillosos
arreglos de cuerdas de canciones como Quicksand
o Life On Mars?.
Otra fuerte influencia vendrá de su
fascinación por la creciente cultura subterránea gay de Londres, que le ayudará
a forjar su identidad como bisexual. Pero es que líricamente Bowie también va
un paso más allá y entrega las letras más extrañas, y poéticas, de toda su
carrera, con influencias como Nietzsche,
Crowley y varios héroes a los que, de una manera u otra, hace referencia en
estas canciones, Lou Reed, Iggy Pop, John Lennon, Bob Dylan o Andy Warhol. A los dos primeros y al último los conocerá ese mismo
año cuando haga su primera visita a EEUU, un viaje que le influirá mucho en
este disco en particular y en su carrera en general, utilizando una combinación
entre Reed y Pop para crear su personaje definitivo, Ziggy
Stardust.
Pero antes llegaría Hunky Dory, el disco con el que finalmente estuvo preparado para su
primer plano (como el que aparece en la portada). Los cambios seguían llegando
pero esta vez estaban totalmente controlados y el personaje siempre estaba por
encima de ellos, es así como un disco tan variado como este suena tan
coherente, ya sea a través del cabaretero piano que abre Changes antes de romperse en un estribillo que parece sacado del My Generation de los Who o de los guitarrazos de Queen Bitch, con guiño a Eddie Cochran incluido, o en la
convivencia del cantautor folk de The
Bewley Brothers con el marciano que canta esa enormidad llamada Life On Mars?, de las referencias al
'Homo Superior' antes de entregar uno de los estribillos más redondos de su
carrera en Oh, You Pretty Things,
todo está en su sitio y el artista es capaz de venderlo como un todo.
El mundo le descubriría un año más tarde
disfrazado de Ziggy pero Bowie ya se había encontrado a sí mismo en Hunky Dory, su primera obra maestra y uno
de los discos más bellos de la historia de la música pop.