Lennon al desnudo

Por Sergio Ariza

Uno de los discos más desnudos y desprovisto de adornos de la historia, John Lennon anuncia al mundo que el sueño de los Beatles ha acabado y que ahora solo cree en él... bueno, en Yoko y en él. Un disco que sirve de terapia al músico con alguna de las letras más personales de toda su carrera y un acompañamiento espartano, a pesar de contar con el creador del famoso ‘Muro de Sonido’ como productor, Phil Spector.  

Musicalmente se abre y (casi) se cierra con dos de las mejores canciones de su carrera, Mother, donde reconoce los traumas causados por el abandono y muerte de su madre, y God, donde pone el punto final a los Beatles ("No creo en Elvis, no creo en Zimmerman (Dylan), no creo en los Beatles (…) fui la morsa pero ahora solo soy John, así que, queridos amigos, la vida sigue, el sueño ha terminado”), entre medias hay 'blues rock' crudo en I Found Out o Well Well Well, odas en modo cantautor acústico, Working Class Hero o baladas más clásicas como Love y Isolation.
 



Para su presentación en solitario tras la ruptura de los Beatles, Lennon decidió apostar por un enfoque crudo y sencillo, y unos arreglos estoicos cercanos a la terapia primaria a la que se había sometido hace poco. Aparte del propio Lennon, a la guitarra o al piano, solo aparecen dos viejos amigos, Ringo Starr a la batería y Klaus Voorman, de los tiempos de Hamburgo y responsable de la portada de Revolver, al bajo, para acompañar a estas canciones, aunque Spector y Billy Preston aportan, respectivamente, los maravillosos pianos de Love y God. El disco se abre con las campanas funerales de Mother, una canción en la que Lennon se deja la voz, siendo una de las cosas más intensas que ha cantado nunca. La muerte de su madre Julia, producida 12 años antes, vuelve a aparecer en la canción que cierra el disco, My Mommy’s Dead. Pero tras la tormenta emocional llega el reposo con la preciosa Hold On en la que se puede apreciar su particular homenaje al Curtis Mayfield guitarrista (una de las grandes inspiraciones de Hendrix). Una canción con mucho soul, gracias a la delicada guitarra de Lennon con un expresivo uso del tremolo. 
 



Working Class Hero
ve volver al Lennon político de Revolution pero esta vez es solo él y su guitarra acústica, recordando al primer Dylan, hablando sobre su orgullo de pertenecer a la clase obrera. Tenía tanta fe en la canción que la grabó más de 100 veces hasta que se quedó satisfecho. I Found Out y, especialmente, Well Well Well es una vuelta a ese sonido sucio y distorsionado que tanto le había gustado en la época final de los Beatles y se puede ver como un antecedente del grunge. Tanto la Epiphone Casino de Lennon como la batería de Ringo suenan ásperas y duras, creando un sonido primitivo que responde a la perfección a esta frase del propio Lennon “no soy muy bueno técnicamente, ¡pero puedo hacer que la cosa aúlle y se mueva!”.
 



Pero es God el verdadero corazón del disco, su declaración definitiva de independencia del mito Beatle, su confirmación como individuo y, en cierta medida, su despedida a los utópicos sueños de los 60. Aquí ya no están las perfectas armonías de McCartney y Harrison para acompañar a una voz que se muestra sin adornos. Una de las voces más expresivas de la historia que vuelve a descubrirse a sí misma en este disco. Nunca, ni antes ni después, Lennon volvería a mostrarse así de vulnerable, así de desnudo, como en Plastic Ono Band.
 


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