Sinfonías agridulces y rock espacial

Por Sergio Ariza

A Northern Soul, el segundo disco The Verve, fue un éxito artístico pero no tanto comercial. Lanzado en plena fiebre del Britpop no consiguió entrar en el Top Ten británico y no tuvo apenas repercusión fuera de las islas británicas. La grabación había sido un caos y la banda decidió separarse. Pero a los pocos días Richard Ashcroft, su cantante, se volvió a reunir con el bajista Simon Jones y el batería Peter Salisbury, además de fichar a un antiguo amigo del colegio, Simon Tong para hacerse cargo de la guitarra. Pero cuando estaba en medio de la grabación del que iba a ser el tercer disco de la banda, Urban Hymns, deicidió que aquello no podía ser The Verve si no estaba su guitarrista original, Nick McCabe. Así que la banda se convirtió en un quinteto y grabó su disco definitorio.  

Una obra dividida entre los increíbles medios tiempos de Ashcroft, que serían los que les convertirían en estrellas, gemas como Bitter Sweet Symphony, The Drugs Don't Work, Sonnet o Lucky Man y las 'jams' de space rock y psicodelia más propias de la banda como The Rolling People, Catching the Butterfly o Come On. Evidentemente son las primeras las que convierten a este disco en un clásico pero es el contraste con las segundas lo que hace de él algo todavía más especial. Una rareza de una hora y cuarto de duración que parece dos discos mezclados, el disco en solitario de Ashcroft, y la continuación de sus dos primeras obras como grupo.
 



Ashcroft había creado sus mejores canciones hasta la fecha con su Epiphone EJ-200 acústica en casa. Todavía como un cuarteto comenzaron a trabajar en ellas pero faltaba algo, el productor, John Leckie, lo tenía claro “el ingrediente que faltaba era el Mick Ronson, el Keith Richards, el llámalo como quieras llamarlo”. En otras palabras, esas canciones buscaban su guitarrista. Y Ashcroft sabía quién era ese hombre. Tras reincorporarse, McCabe consiguió darles su toque propio, como su country slide para The Drugs Don't Work o su wah en Weeping Willow. Pero donde se notaría más su presencia sería en las canciones que compuso toda la banda, donde su Les Paul creando un atmosférico muro de ruido sería el elemento fundamental de canciones como la psicodélica Neon Wilderness, la intensa The Rolling People o la ‘zeppeliana’ Come On.
 



Claro que la canción que les convertiría en estrellas sería Bitter Sweet Symphony, una pieza basada en un ‘sample’ de una grabación de la Andrew Oldham Orchestra de una versión sinfónica del The Last Time de los Rolling Stones, lo que llevaría a una polémica judicial que pondría a Jagger y Richards como co- compositores de la canción junto a Ashcroft. Impulsado por ese éxito y el de su siguiente single, The Drugs Don’t Work, el disco se convertiría en un superventas en medio mundo y colocaría a The Verve en la cresta de la ola.
 

Pero los problemas internos no estaban resueltos y McCabe volvió a marcharse, cansado de ser la mera comparsa de Ashcroft. La banda seguiría por un tiempo pero terminarían separándose definitivamente en 1999. A pesar de una reunión en 2007, la magia de su tiempo juntos desapareció con este gran disco.  


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