Un ego a la altura de su talento

Por Sergio Ariza

Billy Corgan es un egomaníaco redomado, algo que es un inconveniente si tienes relación personal con él, pero no tanto si lo único en lo que estás interesado es en la música. Fue precisamente ese ego el que le llevó a imaginar cosas tan absolutamente desproporcionadas y mágicas como Mellon Collie And The Infinite Sadness, posiblemente el culmen y, a la vez, la tumba del pequeño reinado del rock alternativo de los 90 del que fue uno de los nombres indispensables. Corgan estaba obsesionado con la música y eso le llevó a tratarla de manera especial, mucho se podrá decir sobre su personalidad, (no olvidemos que en sus últimos años ha estado totalmente metido en el mundo de la lucha libre) pero para él la música siempre fue algo especial, un arte y no una simple diversión para consumo de las masas.    

William Patrick Corgan Jr.
nació un 17 de marzo de 1967 en Chicago, sus padres se divorciaron cuando tenía tres años y pasó a vivir con su padre, que era guitarrista de blues rock, y su nueva mujer con la que no se llevaba bien. A pesar de eso cuando su padre se volvió a divorciar Corgan se quedó viviendo con su madrastra y sus dos hermanos a pesar de que sus padres vivían a menos de una hora de distancia de allí. Esas traumáticas experiencias infantiles le acompañarían de por vida y se verían reflejadas en sus letras.
 

Su decisión de tocar la guitarra llegó cuando durante la visita a la casa de un amigo vio la Gibson Flying V de este. Desde ese momento supo lo que quería, reunió todos sus ahorros y se los dio a su padre para que le comprara la mejor guitarra que pudiera con ellos, que resultó ser una imitación de Les Paul. El hecho de que su hijo quisiera seguir sus pasos tampoco logró que su relación personal mejorara y después de recomendarle escuchar a Jimi Hendrix y Jeff Beck, su padre volvió a ausentarse de su vida, teniendo que aprender por su cuenta.
 



Las influencias de Corgan eran tan variadas como personales, entre sus bandas favoritas cabía el heavy de Black Sabbath, los góticos The Cure o Bauhaus o el glam de Bowie. Tenía clara su idea de una banda llamada The Smashing Pumpkins en la que cupieran todas estas influencias y más, de Queen y Rush a New Order y Echo & The Bunnymen, Corgan estaba a años luz de las puristas raíces punk de la mayoría de grupos alternativos.

Tras pasar por varias bandas había acabado el instituto y se había ido a Florida con una llamada The Marked que no había llegado a ningún sitio.
  Tras volver a Chicago decidió que había llegado el momento de encontrar a la gente adecuada con la que poder hacer realidad su sueño de los Smashing Pumpkins. El primero que llegó fue el guitarrista James Iha, al que conoció en una tienda de discos donde ambos compartían gustos como Echo & The Bunnymen y Jefferson Airplane. Los dos comenzaron a grabar demos con las canciones de Corgan, usando una batería programada. La siguiente en llegar fue la bajista D'Arcy Wretzky. Con ella en la banda siguieron tocando como trío y con la batería programada, fue así cuando les vio el batería Jimmy Chamberlin que pensó que sonaban terribles pero que las canciones de Corgan estaban muy bien. Así se cerró la formación de la banda que terminaría liderando, por un breve periodo de tiempo, el rock en los 90.  

Con la poderosa incorporación de Chamberlin a las baquetas la banda comenzó a sonar mucho más potente. En esta primera época Corgan usaba una Fender Jazzmaster roja pero cuando Iha se hizo con una Les Paul Black Beauty decidió comprarse la que sería su guitarra más conocida, una reedición de los 90 de una Fender Stratocaster del 57, la conocida como Bat Strat. Así el sonido de la banda pasaba a estar formado por la contraposición de los dos modelos más míticos de la historia.  



Los Smashing Pumpkins harían su primera aparición en un disco de recopilación de bandas alternativas de Chicago, una escena que les miraba de reojo por sus canciones largas con solos de guitarra. En 1990 apareció su primer single, I Am One, con un solo doblado en el que se nota que Corgan admiraba a Dimebag Darrell. En diciembre de ese año comenzaron a grabar su debut, Gish, junto al productor Butch Vig, alguien con la misma obsesión por el perfeccionismo que el propio Corgan, lo que llevaría a unas sesiones llenas de tensión en las que Corgan regrabaría varias partes de Wretzky e Iha. Pero el resultado final vería a una banda y a un compositor con un futuro prometedor. Entre las canciones más destacadas se encuentra Siva, donde se puede ver su amor por Black Sabbath (el riff inicial es puro Iommi) y los solos salvajes, también Rhinoceros, una canción en la que se ve el futuro de la banda y en la que se podría decir que Corgan se encuentra como compositor y como arreglista, con 17 pistas de feedback utilizadas para su grabación.
 

El disco fue en éxito dentro de los parámetros en los que se movía la escena alternativa, que eran vender unas miles de copias y ser tremendamente populares en las radios universitarias. El hecho de que vendieran 100.000 copias en sus primeros meses se consideró todo un éxito por parte de su discográfica pero todo estaba a punto de cambiar. El mundo de la música iba a vivir uno de esos episodios que la marcan para siempre. Dos meses después de que los Pumpkins hubieran terminado de grabar Gish, su productor, Butch Vig, fue requerido por un trío de Seattle llamado Nirvana para que les produjera su segundo disco. El 24 de septiembre de 1991 publicaron Nevermind y en enero de 1992 desbancó del número 1 de las listas de álbumes al Dangerous de Michael Jackson. Los 90 habían llegado y el rock alternativo se había convertiría en el nuevo ‘mainstream’, las guitarras volvían a rugir en las listas de venta.
 



En 1992 a Billy Corgan le pusieron la etiqueta de siguiente Kurt Cobain y a su grupo la de los nuevos Nirvana. Corgan se lo creyó y se puso manos a la obra para entregar la obra maestra que todos estaban esperando. Claro que su batería era un adicto a la heroína, su guitarrista y su bajista acababan de romper su relación sentimental y no se hablaban y él estaba pasando por una severa depresión en la que alimentaba ideas sobre su suicidio. El escenario era propicio, como ven, para un disco irrepetible. Impuesto en la tarea de hacer un disco titánico, Corgan comenzó a comportarse como un tirano, grabando todas las guitarras y bajos del disco, y llevando su tremendo ego al disco. En Soma hay grabados más de 40 'overdubs' de guitarras y el sonido del disco se acerca más al rock progresivo que al punk que veneraba la 'nación alternativa'. A Corgan le dio igual, sabía que las 13 canciones que había compuesto estaban a la altura de las expectativas y que Siamese Dream iba a ser un disco definitorio para la década. Estaba en lo cierto. Aquí se encuentran algunos de sus mejores momentos no solo como compositor, sino también como guitarrista, valgan como ejemplo los solos de Soma (elegido el 24º mejor de todos los tiempos por la Rolling Stone) y Cherub Rock, en los que hace perfecto uso de todo el poder de su combo con su Stratocaster con tres pastillas Fender Lace Sensor y su Big Muff a través de su amplificador favorito, un Marshall JCM 800 del 84 de 100 vatios. En esta última también utilizó un truco que emplea más veces, conocido como 'tape phasing', en el que el solo es grabado y reproducido a la vez pero ligeramente desfasado con el primero.
 



Los Pumpkins habían llegado para quedarse pero también se habían convertido en la diana perfecta del resto de bandas alternativas que no se los tomaban en serio y criticaban los aires de grandeza de Corgan y sus maneras de estrella. Esto se vería claramente cuando en el verano del 94 la banda formó parte del festival más relacionado con la Generación X, Lollapalooza. Durante esos conciertos hubo roces continuos con las Breeders o con invitados como Soundgarden, bandas a las que admiraba. Pero su gran pecado era evidente, siempre quiso ser una estrella de rock en un movimiento que despreciaba a las estrellas de rock. Cuando Cobain se suicidó en abril de 1994, Corgan pasó a ser visto como el relevo más claro, el hecho de que Pisces Iscariot, una recopilación de caras B y descartes, se colara en el número 4 de las listas estadounidenses lo confirmaba. Pero pocos estaban preparados para lo que vendría después.
 

Mellon Collie and the Infinite Sadness
(el título ya es representativo) es uno de los discos más ambiciosos que se han hecho nunca, claro que es un disco a la medida del ego de su principal responsable. Musicalmente es un logro absoluto, confirmando a Corgan como uno de los grandes compositores de los últimos tiempos. Es difícil ponerle un pero a esta majestuosa colección de canciones divididos en dos discos, uno dedicado al día y otro a la noche que arranca con el hermoso instrumental que le da título y sigue con la grandiosidad orquestal de Tonight, Tonight, donde utiliza una Gibson ES-335, para seguir sin tomar prisioneros con el cuadruple ataque de Jellybelly, Zero, Here Is No Why y Bullet With Butterfly Wings que hacen de Corgan uno de los mejores guitarristas de su generación y de los Smashing Pumpkins uno de los grupos más potentes de los 90. El único problema del disco son sus letras, como decía Homer Simpson "gracias a vosotros mis hijos han dejado de soñar con un futuro que no les puedo proporcionar". Aun así Mellon Collie triunfa gracias a la enorme musicalidad y ambición de Corgan que lo llamó "el The Wall de la Generación X'. Algo de eso hay, con una segunda parte donde se exploran futuros escenarios, como en la maravillosa 1979, deudora de New Order, que ya adelanta sus coqueteos con la electrónica, la belleza acústica de 33, con una Gibson de 12 cuerdas, o el trío formado por We Only Come Out at Night, Beautiful y Lily (My One and Only) donde las guitarras son sustituidas por otros instrumentos, demostrando la capacidad de reinvención de Corgan y los suyos.
 



El disco subió al número 1 de las listas y Corgan se convirtió por un breve momento en el rey del rock de los 90. Pero las cosas no iban a durar mucho, el 11 de julio de 1996 el teclista que les acompañaba en directo, Jonathan Melvoin, y el batería Jimmy Chamberlin sufrieron una sobredosis, Melvoin murió y Chamberlin fue arrestado por posesión. Corgan decidió despedirle de la banda y continuar la gira. Era el único amigo que tenía y su ausencia se haría notar mucho en el futuro. Sin el batería el trío volvió a sus orígenes y la electrónica comenzó a ganarle terreno al rock. Para colmo durante la grabación del siguiente disco la madre de Corgan murió de cáncer y se separó de su mujer.
 

Adore
fue el resultado de todo esto, un disco compuesto en su mayoría por temas acústicos, compuestos con una Martin, con leves bases electrónicas en los que Corgan trata de exorcizar sus demonios. No era lo que el mundo estaba esperando pero, aun así, contenía unas cuantas canciones que demostraban que Corgan seguía siendo un excelente compositor. Claro que el disco que acabó con su exitosa carrera fue Machina/The Machines of God en el que volvieron a contar con Chamberlin. Pero en ese punto las relaciones dentro de la banda estaban tan mal que Wretzky abandonó el barco en medio de la grabación. Las guitarras y el rock volvían pero la inspiración parecía haberle abandonado.
 



El siglo XXI ha visto a Corgan recrearse en sus excentricidades, lucha libre, teorías de la conspiración, líos con otros músicos, más que en su faceta musical. Lo cual es una pena ya que, como decía, al principio, Corgan es uno de los compositores más importantes de su generación. Ahora ha vuelto a reunir a los Pumpkins originales para una gira y ha anunciado la edición de dos EP's con nueva música. Todo ello acompañado, como no podía ser de otra forma, de un desagradable intercambio de opiniones con D'Arcy Wretzky que al final no formará parte de la reunión. Aun así Corgan siempre ha funcionado mejor en los tiempos difíciles, puede que todavía esté a tiempo de conseguir que la música se imponga al personaje. Esperemos que así sea.


(Imágenes: 
©CordonPress)

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