A tumba abierta

Por Sergio Ariza

Rory Gallagher era tal como tocaba, no había dobles fondos, podía hacer cualquier cosa con su guitarra pero estaba en contra del alarde innecesario y del espectáculo teatral. A Rory lo que más le gustaba era tocar, si era posible delante de una audiencia, y olvidarse de todo lo demás. A pesar de eso cuando Rory empezaba a tocar no había ojos para nadie más, lo suyo era pura magia y su audiencia caía rendida a sus pies ante ese derroche de fuerza y humildad que desplegaba junto a su más fiel compañera, su Stratocaster de 1961 totalmente desgastada.  

  

Es imposible hablar de Gallagher y no hacerlo de su guitarra, es como hacerlo del Rey Arturo y no hablar de Excalibur. Ha habido otros guitarristas fieles a un modelo pero en el caso del Gallagher su fidelidad con su guitarra fue total, comprada en 1963 por 100 libras, se cuenta que fue la primera Stratocaster que llegó a Irlanda, Rory la utilizó durante casi todos los conciertos de su larga carrera, haciendo que por las fechas en las que se grabó este Irish Tour en 1974 luciera con casi toda la pintura desconchada. Pero a Rory le daba igual como lucía, sabía que podía confiar en ella como si fuera su mejor amigo. Y ella nunca le defraudó.
 

En enero de 1974 se embarcó en una pequeña gira por su tierra natal, Irlanda, pero, al contrario que la mayoría de las estrellas de la época, no se olvidó de Irlanda del Norte, una zona que se encontraba en una de las peores épocas de su historia por el conflicto entre católicos y protestantes. A Gallagher no le interesaba la política solo el hecho de que le parecía una estupidez andar matándose unos a otros. Fue recibido como un auténtico héroe con la gente puesta en pie haciendo el símbolo de la paz. El ambiente era el perfecto para una actuación inolvidable y Rory, como siempre, no defraudó. Desde el ataque inicial con el riff de Craddle Rock se supo que se estaba asistiendo a un evento histórico, la audiencia estaba en éxtasis y Rory volvió a desplegar su magia.
 



La banda estaba compuesta por el fiel Gerry McAvoy al bajo, Rod de Ath a la batería y Lou Martin al piano. Estos dos últimos se habían incorporado en 1973 y habían grabado Blueprints y Tattoo ese mismo año, los discos de los que salen las canciones originales que aparecen en este histórico directo, Walk on Hot Coals del primero y los cuatro grandes clásicos del segundo, Cradle Rock, Tattoo'd Lady, A Million Miles Away y Who's That Coming?. El disco lo completan versiones de su adorado Muddy Waters, J.B. Hutto y Tony Joe White, además de Back on My Stompin' Ground (After Hours) y Maritime.
 

Tattoo'd Lady
es otro de los grandes momentos del disco. Se trata de una de sus mejores composiciones y está interpretada con una fuerza y convicción brutal. El último solo es capaz de transportarte al paraíso de las guitarras, si es que existe algo así (escuchando a Rory, uno diría que sí). Too Much Alcohol tiene una gran introducción con el slide para dar paso a una canción que solo podría haber escrito un irlandés enamorado del blues, cien por cien de alcohol y de sentimiento. En As the Crow Flies da un respiro a su Strato y saca su National Duolian Resonator de 1932 para traer el sabor del Delta del Mississippi, y un poco de armónica, a la verde Irlanda.
 

  

Luego llega mi canción favorita del artista, A Million Miles Away, con una introducción con sabor celta que recuerda el trabajo con la acústica de Bert Jansch, que no en vano era uno de los favoritos de Gallagher. Es una de sus mejores interpretaciones con múltiples armónicos y un sentimiento único. Walk on Hot Coals es la canción más larga del disco, con más de 11 minutos, pero no le sobra ni un segundo. Y Who's That Comin' demuestra que, más allá de Duane Allman, no hay nadie que le pueda hacer sombra con el slide.
 

Si este disco y Live In Europe siguen siendo los discos más recordados de su carrera es porque Gallagher siempre daba lo mejor de sí mismo sobre un escenario, encontrando frío el estudio de grabación. El irlandés necesitaba del contacto con la audiencia para alimentarse y dar lo mejor de sí mismo. Su pianista, Lou Martin, lo explicaba así: "Con Rory, si no tenía a alguien a quien mirar, no se podía alimentar de esa energía. Es por eso que Irish Tour es un disco tan bueno, porque fue grabado en vivo, toda la audiencia canta con él, como si, más o menos, estuvieran animándole... sin la presencia de una audiencia, el proceso de grabación de Rory era un poco complicado". Este 2 de marzo hubiera cumplido 70 años, vaya desde Guitars Exchange nuestro más sincero homenaje. Por último, recordar que existe una magnífica versión extendida de este disco con 7 CD’s y un DVD editado en 2014 cuando se cumplieron 40 años del mismo.


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