Un viaje por carretera al pasado

Por Sergio Ariza

Los miembros de la Supersonic Blues Machine son de los que opinan, al igual que Homer Simpson, que "el rock alcanzó la perfección en el 74. ¡Es un hecho científico!". No por nada su ideólogo y bajista, Fabrizio Grossi, ha afirmado que este Californisoul, el segundo disco de su carrera, suena como "la banda sonora perdida de un viaje en carretera entre Los Ángeles y San Francisco en el verano de 1971". Su amor por el rock clásico solo es igualado por el que sienten por el blues y a este viaje han vuelto a invitar a unos cuantos de sus amigos, en este caso unos cuantos ases de la guitarra entre los que se encuentran Billy Gibbons y Robben Ford, que repiten experiencia tras aparecer en West of Flushing South of Frisco, o Steve Lukather, Eric Gales o Walter Trout.  

Es evidente que Californisoul no busca abrir nuevos caminos, ni es un dechado de originalidad, pero es que eso tampoco es lo que busca esta banda. Esto es rock clásico y blues rock tocado de la mejor forma posible, por unos increíbles músicos que creen en lo que hacen y en el material que disponen. Es un disco que disfrutarán mucho más otros guitarristas y músicos que sabrán apreciar el increíble tono de estos magos, aunque tampoco hace falta ser un 'guitar hero' para disfrutar de un disco con un sonido perfecto, unas cuantas buenas canciones y un nivel de pericia instrumental que pocas bandas en el mundo pueden soñar con igualar.
 

Baste escuchar el inicio con I Am Done Missing You para apreciar la increíble ferocidad de Kenny Aronoff a la batería y como Grossi le acompaña con su espectacular bajo boutique, fabricado en Italia por el maestro lutier Andrea Ballarin de Manne Guitars, para formar una sección rítmica espectacular, aunque la gran estrella del disco es un Lance Lopez que no tiene nada que envidiar a sus más conocidos invitados a la hora de sacar los sonidos más increíbles de sus guitarras. Su modelo principal ha sido una re-issue de una Gibson Custom Firebird de los ’60, aunque también suenan Les Paul y Fender antiguas que estaban en el estudio de Grossi.



En cuanto las canciones destacan cosas como Bad Boys que empieza como un homenaje al Hendrix de Voodoo Child y pasa a un ‘riff’ muy funky en el que demuestran la máquina compacta que son, con un estribillo en el que a la voz de Lopez se le unen otras que le dan un toque muy sureño. Tampoco está nada mal L.O.V.E., que sirvió como uno de los adelantos del disco, y que tiene un punto a los Black Crowes de The Southern Harmony And Musical Companion, otro gran disco que no escondía su vena ‘revivalista’. Los invitados ayudan en sus colaboraciones, como los espectaculares solos de Ford en Somebody’s Fool donde utiliza una Fender Telecaster del 67 y una Gibson SG del 72. Claro que entre los de fuera el que vuelve a brillar sobremanera es su habitual colaborador, Billy Gibbons, que desempolva su vieja Esquire (que le había regalado a Grossi) en Broken Heart, un boogie rock en la que también ayudó a su composición. Como no podía ser de otra forma es el momento más ZZ Top del viaje de Californisoul.
 

En definitiva un viaje retro en el que se nota el cuidado con el que ha sido grabado, con un sonido pulido y ‘vintage’ con el que disfrutar del sonido original que salía de guitarras y amplis (mucho Bogner, pero también viejos Marshall y Orange), y, lo que es más importante, de las yemas de estos verdaderos monstruos de la guitarra. Si eres de los que piensan que "el rock alcanzó la perfección en el 74”, Supersonic Blues Machine te demuestra que todavía se puede sonar así de perfecto en 2017.
 

 

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