El Clapton americano

Por Sergio Ariza

1965, Mike Bloomfield acude a Woodstock tras recibir la llamada de un cantante folk que había conocido dos años antes en Chicago. Interesado principalmente en el blues y la música negra no es muy consciente de la fama del cantante. En la parada de autobuses con su Telecaster del 64 sin funda, el joven cantante se pasa a recogerle y le lleva a su casa para enseñarle unos nuevos temas que quiere grabar para su siguiente disco. La primera que le enseña es 'Like a rolling stone'. Bloomfield comienza a tocar licks de blues, pero la respuesta del autor le rompe los esquemas, "no quiero que toques como B.B. King, nada de blues, toca algo diferente". Al final Bob Dylan, que así se llama el cantante, oye algo que le gusta y le da el visto bueno. Cuatro días después en el estudio de grabación, después de una sesión infructuosa, los músicos todavía le están dando vueltas al arreglo. Pero hay un nuevo músico, un joven guitarrista llamado Al Kooper. Antes de empezar, Bloomfield improvisa dos o tres solos y Kooper intimidado por el nivel de este, se olvida de su guitarra y se pasa a la cabina de grabación. Tras escuchar la canción se le ocurre una parte para Hammond y, medio a escondidas, logra tocarla. Cuando Dylan la escucha sabe que ha encontrado su particular revolución. El joven cantante folk se convertiría en el hombre de la década y con los años en la figura más reverenciada de la música popular del siglo XX, por su parte, el guitarrista se convertiría en el primer 'guitar hero' americano, a la altura de un Clapton pero, sin embargo, sería casi olvidado tras lidiar con problemas crónicos con las drogas y una prematura muerte en 1981.  

Michael Bernard Bloomfield nació en Chicago en 1943, hijo de una adinerada familia judía, pero rápidamente supo que había nacido en la parte equivocada de la ciudad. El joven no tenía intención de seguir con el negocio familiar y se pasaba las horas en la zona Sur, colándose en todos los garitos que podía para ver a sus ídolos. Chicago era lo más parecido al paraíso del blues eléctrico, Sonny Boy Williamson, Little Walter, Otis Spann o las dos grandes figuras del estilo, Muddy Waters y Howlin' Wolf. En poco tiempo pasó de escucharles a subirse con ellos al escenario, a los 17 años ya podía presumir de haber tocado en jams improvisadas con los más grandes. Era uno de los pocos blancos a los que se le permitía semejante privilegio.
 

Pero a comienzos de los 60, el blues estaba olvidado y lo que se llevaba era el revival folk, así que Bloomfield se cambió a la acústica sin olvidar sus raíces blues, tocando con veteranos como Sleepy John Estes o Big Joe Williams, e incluso llegando a abrir un local de folk y blues acústico llamado Fickle Pickle. Sería allí donde se produciría su primer encuentro con Dylan, en el que este se quedaría entusiasmado con el guitarrista. Un año después decidió mudarse a Nueva York, buscando un contrato discográfico.
 

A principios del 65, de nuevo enchufado a su Telecaster, se había hecho un nombre como uno de los mejores guitarristas del lugar y Paul Rothchild, presidente de Elektra, le invitó a unirse a la Paul Butterfield Blues Band. Al principio hubo reticencias, Butterfield era un hombre con mucho ego y no quería compartir protagonismo, y Bloomfield conocía su fama como duro líder de banda. Al final, los dos cedieron, y se formó uno de las primeras bandas de blues rock de la historia, lo primero que grabaron fue 'Born in Chicago'. Eran una de las primeras bandas integradas del país con la sección rítmica formada por Sam Lay y Jerome Arnold, ex componentes de la banda de Howlin' Wolf, Elvin Bishop a la guitarra, Mark Naftalin a los teclados y el propio Butterfield como cantante y armonicista.
 

En junio Bloomfield recibe la llamada de Dylan, juntos no solo grabarán 'Like a rolling stone', sino uno de los discos más importantes de la historia, 'Highway 61', en el que la forma frenética de tocar de este se puede disfrutar en 'Tombstone blues'. Dylan le quiere a toda costa en su banda y le recluta para su primer concierto eléctrico, el que dará en Newport. El volumen de la guitarra de Bloomfield hará perder la cabeza a muchos de los más intransigentes y reaccionarios puristas del folk, pero no será esta la razón por la que decida dejar pasar a Dylan y quedarse con Butterfield. Lo suyo era el blues y por mucha atracción que ejerciera la nueva música de Dylan, sabía que no iba a tener tantas posibilidades de brillar como con Butterfield. No se equivocaba, en septiembre graban su primer disco y de la noche a la mañana se convierte en el guitarrista más importante del país. No era para menos, el disco se adelanta un año al 'Beano' de Mayall con Eric Clapton y tres al primero de Fleetwood Mac. Aunque si alguien quiere escuchar en qué nivel se encontraba en ese momento, baste escuchar su versión de 'Blues with a Feeling'.
 

En julio de 1966 aparece ‘East-West’ y toda una generación de músicos queda deslumbrada. Muchos lo consideran su obra cumbre, ampliando la paleta de la banda con incursiones en el soul o el rock, sin olvidarse del blues como en la magistral 'I Got A Mind to Give Up Living'. Aunque las dos piezas más influyentes fueron dos instrumentales, 'Work song' y la titular. La segunda, compuesta por él mismo, es la que abriría el camino a las extensas jams de finales de los 60 y daría paso al 'acid rock'. Poniendo los cimientos del sonido rock de San Francisco que se encargarían de popularizar Jefferson Airplane o Grateful Dead. 13 minutos en los que Bloomfield rinde tributo a Coltrane y al raga indio. EEUU ya tenía su 'guitar hero' y desde Inglaterra Clapton lo llamaba "música sobre dos piernas". Pero 'East-West' supuso el fin a la relación con la banda. Ayudado por la presencia de Bloomfield, Bishop se había convertido en un buen guitarrista y también reclamaba su espacio, así que decidió marcharse para buscar nuevos sonidos.
    

 

Fue así como en febrero de 1967 formó Electric Flag, junto a su amigo Nick Gravenites y Buddy Miles. También estaban Harvey Brooks, Barry Goldberg y una sección de vientos. Bloomfield tenía una visión sobre una gran banda que tocara música americana, blues y soul, B.B. King y Otis Redding, Buddy Guy y Steve Cropper. Albert Grossman, mánager de Dylan, les fichó inmediatamente y Peter Fonda les pidió que grabaran la banda sonora de 'The trip'. Por si fueran pocos los buenos augurios, la banda realizó su debut en junio en el Festival de Monterrey, el mismo que sirvió para descubrir al público blanco americano a Hendrix, Janis Joplin u Otis Redding. Su actuación fue un éxito y supuso el debut de la guitarra más icónica de su carrera, una Gibson Les Paul Standard Sunburst del 59. Su interpretación de 'Wine' es uno de los grandes momentos del festival y las expectativas sobre el grupo se dispararon. Pero en vez de aprovechar el tirón y sacar un disco, la banda se sumió en una espiral de drogas y sesiones de grabación, con varios cambios de miembros, que harían que cuando finalmente saliera al mercado fracasara comercialmente. Eso sí, 'A long time comin' es un gran disco con momentos estelares como 'Wine', 'Killing Floor' o el estupendo blues 'Texas', compuesto a medias entre Bloomfield y Miles.
 

Pero la lucha por el liderazgo se había decantado hacia Miles y Bloomfield dejó la banda. Su divorcio, su insomnio crónico y sus problemas con las drogas tampoco ayudaban. De este letargo le sacó Al Kooper, el hombre al que sin quererlo había convertido en uno de los mejores organistas de su época. Este acababa de dejar a su banda, Blood, Sweat & Tears, y ahora trabajaba para Columbia. Seguía considerando a Bloomfield como el mejor guitarrista que había visto así que decidió crear una sesión al estilo de los músicos de jazz, pero enfocado al rock, dejando espacio para la improvisación. En mayo de 1968 alquiló un estudio y la magia comenzó a fluir. Bloomfield tocó como nunca, con su Les Paul conectada a un Twin Reverb, sin ningún otro efecto que la magia de sus dedos y su increíble tono. En menos de 6 horas grabaron cinco canciones magistrales y se fueron a dormir. Supuestamente al siguiente día debían terminar la grabación. Pero cuando Kooper se despertó se encontró con una nota de Bloomfield diciendo que se había marchado porque no podía dormir. Nunca supo si era cierto pero sin tiempo para lamentarse sacó su agenda y consiguió que Stephen Stills, recién salido de Buffalo Springfield, apareciera para terminar el disco. Cuando lo tuvo terminado, decidió llamarlo 'Super session', abriendo el camino para los muchos 'súper grupos' que se iban a formar. En julio estaba en el mercado y se convirtió en un éxito absoluto, el mayor de la carrera de Bloomfield, pero este no lo vio claro y pensó que el título era una "estafa", reaccionando contra el estrellato. Aun así cuando Kooper le llamó para tocar en vivo volvió a aceptar.
 

Del 26 al 28 de septiembre en el Fillmore West volvieron a demostrar la química entre ellos, con resultados espectaculares como en 'Don't Throw Your Love on Me So Strong', pero el último día Bloomfield volvió a desaparecer. Kooper vuelve a tener que tirar de agenda y decide llamar a unos cuantos amigos de lo más variado, entre ellos Steve Miller, Elvin Bishop o un desconocido mejicano fuera de la escena de San Francisco, llamado Carlos Santana. El joven prodigio no se lo puede creer, pensando que va a tocar con uno de sus ídolos, pero Bloomfield no aparece. Santana lo recuerda como una de las grandes oportunidades de su carrera pero cuenta que la hubiera cambiado por haber tocado con Michael.
   

   

En diciembre vuelven a reunirse para tocar en un concierto que sirve para descubrir al gran público a Johnny Winter. Pero el estado de Bloomfield no es el mejor. Sus problemas de drogas e insomnio empeoran. Aun así 1969 será un año importante para él, magníficas colaboraciones en discos de Janis Joplin, Muddy Waters o Mother Earth, además de su debut en solitario, 'It's Not Killing Me' y un espectacular directo junto a Gravenites que daría para dos discos, 'Live at Bill Graham's Fillmore West' y 'My labors', donde se encuentra ese diamante llamado, ‘Moon tune’. Su forma de tocar ha alcanzado su cénit pero sus demonios también. Un año antes había declarado, "sin mi guitarra soy como un poeta sin manos". A los 26 años perdió las manos. Su adicción a la heroína empeoró e hizo que perdiera interés en tocar. Los 70 fueron un lento descenso a los infiernos. Si hubiera muerto en 1970 como Hendrix o Joplin ahora sería tan llorado como estos. Pero no, viviría otros 11 años más, tras una década de decadencia y fuera del foco.
 

En noviembre de 1980 se subió al escenario con Dylan para tocar 'Like a rolling stone' y este dedicó 10 minutos del concierto para presentarle y cantar sus alabanzas, Bloomfield sonó en plena forma. A día de hoy le sigue considerando el mejor guitarrista con el que ha tocado. Nunca ha tenido la repercusión de otros pero es lo más parecido a un Clapton americano que ha existido. Tampoco tuvo suerte y, a pesar de su prometedor reencuentro con Dylan, no fue capaz de derrotar a sus demonios, encontrando la muerte un 15 de febrero de 1981.
 

Una sobredosis se llevó a un mago de las seis cuerdas, pero al mundo no pareció importarle. Todavía no ha recibido el reconocimiento que se merece. A él poco lo hubiera importado, ser una estrella no era lo suyo, pero eso no quita para que a los que le consideramos uno de los más grandes nos de pena que el hombre que tocaba codo con codo con Muddy Waters y Buddy Guy en Chicago a los 17 años, que a los 22 tocó en la canción y el disco que cambiaron la historia, que un año después fue pionero de las jams en el rock y que con 25 formó parte del primer supergrupo del rock, no tenga la repercusión que se merece.
 


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