El último 'guitar hero'

Por Sergio Ariza

Año 2003, Jack White (nacido en 1975 con el nombre de John Anthony Gillis) ya ha sido declarado hace dos años como el "salvador del rock'n'roll" al frente de sus White Stripes pero todavía quiere más. Con su nuevo disco está a punto de convertirse en algo todavía más extraño, un 'guitar hero' a la antigua usanza, una especie en vías de extinción. Solo necesita dos momentos del nuevo disco de los Stripes para conseguirlo. El primero no se hace esperar, 'Elephant' se abre a golpe de riff, uno tan icónico que es el único del siglo XXI que puede mirar cara a cara a los clásicos del XX, cosas como 'Smoke on the water', 'Satisfaction' o 'Whole lotta love'. Para ello utiliza una Kay Hollowbody de los años 50, una de las tres únicas guitarras eléctricas que utilizó durante 10 años en los Stripes. Pero la más icónica de ellas, su Airline "JB Hutto" Res-O-Glass roja la guarda para el momento en el que se convertirá, definitivamente, en el 'guitar hero' de su época. 'Ball and biscuit', la octava canción, comienza como un blues más o menos habitual hasta que en el minuto y 48 segundos White se lanza a degüello con la Airline realizando uno de los solos más incendiarios en años. Una tormenta de feedback en la que no toca sino que ataca sus cuerdas con la intensidad de un depredador, jugando con la fórmula 'calma/tempestad' de los Pixies o Nirvana pero utilizándola en el blues. Si los 60 tuvieron a Hendrix, los 70 a Jimmy Page, los 80 a The Edge y los 90 a Kurt Cobain, el Siglo XXI había encontrado a su guitarrista.  

   

Su historia se remonta a Detroit y, curiosamente, no comienza con una guitarra sino con una batería, el primer instrumento que tuvo, y una dieta musical basada en los grandes del rock de los 60 y 70 como The Doors, Pink Floyd y Led Zeppelin (una influencia que nunca le abandonaría) pero sería su descubrimiento del blues más clásico, con su adorado Son House a la cabeza, el que le serviría para saber que se quería dedicar a esto. Antes de abandonar el instituto conocería a las dos personas que servirían para lanzar su carrera. A los 15 conoció a Brian Muldoon, un amigo de su familia para el que empezó a trabajar como aprendiz de tapicero. Fue este el que le inculcó su segunda gran pasión musical, el punk. Aunque su importancia sería mayor al ser el responsable de que White dejara las baquetas y se pasara a las seis cuerdas. Muldoon y White, por aquel entonces todavía Gillis, formaron un dúo pero el primero era batería así que Jack no lo dudó y se colgó la guitarra.
  Pero no fue este el encuentro fundamental de aquellos años, en su último año de instituto conoció a Meg White, una camarera que frecuentaba los mismos bares y tiendas de discos que él. Pronto comenzaron una relación y en 1996, a los 21 años de edad se casó con ella y adoptó su apellido, al revés de lo que suele ser habitual en EEUU. Un año después de darse el sí quiero Meg comenzó a tocar la batería, fue en ese momento cuando Jack vio claro su futuro y comenzó a dar rienda suelta a su mezcolanza entre los riffs más blues y la actitud más punk, logrando una agresiva música propia que pronto encontró acomodo en la escena de garaje rock de Detroit.  

Los White comenzaron a ganarse un nombre propio pronto y decidieron bautizar a su banda como los White Stripes, aprovechando su apellido. Es de estos primeros tiempos cuando aparecen varios de sus elementos distintivos, como su decisión de vestir solo de blanco y rojo (algo que ya había utilizado Jack en su empresa de tapicería), dejar al grupo definitivamente sin bajista para sonar más crudos y el hecho de presentarse como hermanos y no como pareja. Algo que no se molestarían en aclarar cuando terminase llegando la fama.  

Titulado como la banda, y editado el 15 de junio de 1999, 'The White Stripes' ya era una gran demostración de que el rock había encontrado una nueva estrella. Desde el momento en el que White suelta el riff de 'Jimmy The Exploder' podemos ver cómo sopla una brisa de aire fresco para el género, conjugando el clasicismo con la rebeldía punk. Jack se quedó tan satisfecho con el disco (dedicado a Son House) que en 2003 cuando todos los críticos le erigían en salvador del rock and roll por 'White blood cells' y 'Elephant' él no tenía tan claro que hubieran superado la crudeza y la fuerza de su debut.
 

Se equivocaba, con 'De Stijl', su segundo disco iban a ir un paso más allá y a seguir evolucionando como grupo. El disco se abría con 'You're Pretty Good Looking (For a Girl)' una canción que no llegaba a los dos minutos pero que demostraba que Jack White también era muy capaz de escribir maravillosas canciones pop. La fama estaba a la vuelta de la esquina. Pero que nadie piense que esto supuso algún tipo de venta de la integridad del grupo sino más bien una ampliación de sus horizontes. Por si alguien dudaba solo había que escuchar las siguientes canciones, ‘Hello operator’ y ‘Little bird’, dos puñetazos en la mesa del dúo que dejaban claro que no habían perdido la garra.
 

El siguiente disco sería el que les convertiría en superestrellas, corría el año 2001 y, de repente, gracias a ‘White blood cells’ y a ‘Is this it?’, el debut de The Strokes, los grupos de guitarras volvían a ponerse de moda. Era el tercer disco en 3 años para los Stripes y la confirmación absoluta de White como nuevo Mesías del rock. Es su disco más directo hasta la fecha, el que menos se basa en el blues y más en su vertiente ‘garajera’, como prueba la canción que les dio la fama, ‘Fell in love with a girl’. Claro que el disco vuelve a demostrar que White es un culo inquieto y sigue rastreando otras músicas, ‘Hotel Yorba’ es un acercamiento al country (el disco está dedicado a Loretta Lynn) y la acústica ‘We're Going to Be Friends’ le ve reconocer por primera vez su deuda con Paul McCartney.
 

En 2003 volvieron con ‘Elephant’,  era evidente que no habían estado ociosos. Su cuarto disco es su obra maestra absoluta con maravillas en casi todas las facetas que dominan, desde el himno rock de ‘Seven nation army’ (el riff más importante de la década) hasta el cierre con la divertida ‘Well It's True That We Love One Another’ (una broma de White sobre su relación con Meg), el disco encierra varias pruebas de la brillantez de White, 'I Want to Be the Boy to Warm Your Mother's Heart' le ve adelantar la fijación por el piano que aparecerá en 'Get behind me Satan', 'You've Got Her in Your Pocket' es otra muestra del aprecio de White por el McCartney acústico, no en vano en alguna ocasión le ha llamado el mejor compositor de la historia y luego está ‘Ball and biscuit’.
 

Una vez alcanzada la perfección en su género White decidió experimentar con otros sonidos en su siguiente disco. Si en sus primeros discos habían aparecido otros instrumentos, la guitarra eléctrica siempre había sido el principal foco de atención. 'Get behind me Satan' fue el primer paso de Jack White hacia nuevos territorios, dejando la guitarra eléctrica en un segundo plano, con el piano, la acústica y las marimbas tomando posiciones más relevantes.
 

Al año siguiente sus ganas de experimentar con otros sonidos se tornarían más evidentes cuando formó The Raconteurs junto a Brendan Benson. Con una formación clásica de dos guitarras, bajo y batería, este grupo le serviría para dar rienda suelta a su amor por el power pop más directo, como prueba su canción más conocida, ‘Steady as she goes’. En 2007 volvió con Meg, profesionalmente ya que llevaban separados desde hacía 7 años, (aunque seguían refiriéndose el uno al otro como hermanos). Todavía nadie lo sabía pero ‘Icky thump’ terminaría siendo la despedida del dúo que había revolucionado el rock en el Siglo XXI.
 

Fue su vuelta al rock más directo, al blues punk de sus inicios pero con un poso mucho más clásico y utilizando más instrumentos, de la trompeta de ‘Conquest’ al clavioline de ‘Icky thump’, sin olvidar que este disco supuso la aparición de la 1915 Gibson L-1 acústica (a la que se conoce como modelo Robert Johnson), una guitarra a la que el propio White se ha referido como su preferida.
 

   

Consolers Of The Lonely’, su segundo disco junto a Raconteurs, ve al Jack White más clásico, más setentero, el que le une más a Zeppelin, Stones e incluso Badfinger. Es el mejor producido, en el sentido de cuidado, también es el menos punk, pero no por ello deja de ser divertido, y tiene alguna de sus mejores canciones como la que le da título, 'Salute your solution', 'Old enough', 'These Stones Will Shout' y, por encima de todas, 'Carolina drama'. Si había gente que había criticado el primer disco de la banda, tildándolo de tibio 'power pop', White les dejaba claro que los Raconteurs eran una (gran) banda de rock.
 

Luego llegaría la creación de otra banda paralela, The Dead Weather, donde White daría rienda suelta a su primera pasión, la batería. No sería hasta 2012 que el hombre que había sido la cara del rock del Siglo XXI sacaría su primer disco en solitario, el magnífico ‘Blunderbuss’. Dos años después llegaría ‘Lazaretto’ que serviría como confirmación de su tremendo talento. Su música, al igual que sus guitarras, se había ido haciendo más clásica, si los Raconteurs le habían visto habitualmente con varias Gretsch, en sus discos en solitario ha utilizado desde una Les Paul a una Telecaster. Pero la guitarra con la que siempre estará asociado es la Airline "JB Hutto" Res-O-Glass, tanto como The Edge a su 1976 Gibson Explorer o Jimmy Page a su 1959 Gibson Les Paul Standard 'No. 1', los dos guitarristas con los que grabó el valioso documental ‘It might get loud’. Un documento que prueba su estatus como el último gran ‘guitar hero’ del rock.


(Imágenes: ©CordonPress)

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