Los 10 mejores discos de Bob Dylan

Por Sergio Ariza

Bob Dylan cumple 79 años y desde Guitars Exchange lo queremos celebrar por todo lo alto hablando de nuestros diez discos favoritos de su carrera, diez obras maestras del hombre que afirma (con humor, pero también en serio) en su última canción, False Prophet, "I'm first among equals, Second to none, The last of the best, You can bury the rest". Aquí están 10 discos que no pueden faltar en ninguna colección. 



The Freewheelin' Bob Dylan (1963)
 

El segundo disco de su carrera y su primera obra maestra, el disco esencial de su periodo como trovador folk, una increíble colección de canciones en la que Dylan se convertía en el portavoz de toda una generación (un papel que rechazaría con vehemencia en el futuro) pero que es mucho más que sus maravillosas letras, cada canción aquí es un tesoro al completo, lírica y melódicamente. Dylan sale de la sombra de Woody Guthrie (aunque sigue siendo la máxima influencia, como se puede escuchar en Talking World War III Blues) y, con su Gibson J-50 de los años 40, le da al mundo un buen puñado de gloriosos himnos que capturan como pocos el 'zeitgeist' de su época. Cualquier artista o banda que a lo largo de su carrera tuviera la suerte de grabar canciones como Blowin' in the Wind, Girl from the North Country, Masters of War, A Hard Rain's a-Gonna Fall o Don't Think Twice, It's All Right estaría entre los más grandes, imagínense que aparezcan todas juntas en un mismo disco sacado por un chaval que acaba de cumplir los 22 años…
 



Bringing It All Back Home (1965)
 

Como el resto de los estadounidenses Dylan no fue ajeno al impacto de los Beatles. En agosto de 1964 los conoció en un hotel de Nueva York y compartió con ellos un poco de marihuana. El efecto que tendrían los unos en los otros sería inmediato. Dylan comenzó a pensar en contratar una banda y volver a la música que le apasionaba como adolescente, el rock & roll. Poco después un amigo suyo, John P. Hammond, comenzó a grabar un disco de blues eléctrico con varios miembros de una banda canadiense que respondía al nombre de The Hawks, entre ellos Robbie Robertson, Dylan quedó encantado y decidió cambiar la acústica por una Telecaster, (aunque en las sesiones de grabación de este disco también aparece con una Jaguar de 1962). Cuando en enero de 1965 entró al estudio sus canciones se estaban transformando al mismo tiempo que su música, ya no eran "protestas", ahora eran surrealistas parábolas. Se había cansado de ser el peón en el tablero de los puristas folk, ya no iba a tocar en la granja de Maggie nunca más. Bringing It All Back Home tiene una primera cara totalmente eléctrica y una segunda acústica, a pesar de que Bruce Langhorne le acompaña con la eléctrica en alguna de ellas, y es uno de los mayores tesoros de su carrera. Se abre con el guiño a Chuck Berry que supone la icónica Subterranean Homesick Blues y se cierra con la imperecedera It's All Over Now, Baby Blue, en la que posiblemente toque su Gibson Nick Lucas Special de los años 30. Entre medias, nueve monumentos hechos canciones con los que Dylan entra en su etapa dorada, dando comienzo a la trilogía fundamental de su carrera.
 



Highway 61 Revisited (1965)
 

Highway 61 Revisited
fue el punto de no retorno de Dylan, su obra cumbre en muchos sentidos y el momento en el que la música rock alcanzó la madurez definitiva. Un Dylan en plena fiebre creativa mezcla blues, rock y folk en una combinación libre de restricciones y con algunas de las letras más increíbles de la historia, por no hablar de sus canciones más redondas. Asesinatos en la autopista 61, señores Jones que no se enteran de nada, piedras rodantes y fascinantes paseos por el paseo de la desolación con invitados como Cenicienta, Einstein o el Fantasma de la Ópera. Añadan a unos cuantos músicos maravillosos, como Al Kooper o, por encima de todos, un Mike Bloomfield que presta su su Telecaster del 63 para colorear el torrente lírico de Dylan y tendrán como resultado el mejor disco de todos los tiempos. Un disco que se abre como un cuento de hadas ("Érase una vez...") y se cierra con esta amarga confesión, "Ahora mismo, no puedo leer muy bien, no me envíes más cartas, no, a menos que los envíes por correo desde el Paseo de la Desolación". Like A Rolling Stone y Desolation Row, la explosiva electricidad y la belleza acústica, dos de las mejores canciones de todos los tiempos que enmarcan una obra única e inolvidable.
 



Blonde On Blonde (1966)
 

El cierre de la trilogía más importante de la música rock, Blonde On Blonde fue el primer disco doble de la historia, pero es que para encerrar la avalancha creativa del Dylan del 65 al 66 se necesitaban muchos minutos. Aun así no hay un solo segundo desperdiciado en esta obra maestra, el disco en el que, en palabras del propio Dylan, está más cerca del sonido soñado por el propio artista, ese sonido mercurial que representan canciones como Visions of Johanna, One of Us Must Know (Sooner or Later), I Want You, Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again, Just Like a Woman, Most Likely You Go Your Way and I'll Go Mine, Absolutely Sweet Marie o el épico cierre con Sad Eyed Lady of the Lowlands, una canción que ya nos avisaba que Dylan había encontrado el amor al lado de Sara Lownds y se iba a marchar a formar una familia. Grabado en Nashville junto a maravillosos músicos de sesión, más su mano derecha en aquella época, Robbie Robertson, Dylan juega con cientos de géneros y sonidos, poniendo punto final a su periodo más creativo.
 



Blood On The Tracks (1975)
 

El Dylan post-Blonde On Blonde siguió entregando grandes canciones y discos, regresando a las raíces y liderando nuevos géneros como el country rock, pero no fue hasta 1975, en medio de su separación con Sara Lownds, cuando entregó el único disco que se puede considerar a la altura de la famosa trilogía. Blood On The Tracks es a los discos de ruptura lo que la Gioconda es a los retratos en la pintura, la obra en la que todas las demás se miran. Dylan mira su relación amorosa con Lownds de la manera más honesta posible, pasando del romanticismo a la amargura, sin olvidar duros dardos afilados, "Viento idiota, soplando cada vez que mueves tus dientes, eres una idiota chica, es increíble que todavía sepas como respirar". Musicalmente es uno de sus discos más espartanos, con ligeros toques para acompañar a su voz y su Martin 00-21, claro que las canciones son tan buenas que no necesitan mucho para enseñar su grandeza.
 



The Basement Tapes (1975)
 

Publicado en 1975, pero grabado ocho antes, The Basement Tapes es uno de los discos más importantes de la historia del rock, abriendo el camino de la vuelta a las raíces que se apoderaría del rock tras los excesos de la psicodelia. Las raíces de este disco hay que buscarlas en el accidente de moto que sufrió Dylan el 29 de julio de 1966, se podría decir que el Dylan que se levantó tras las graves consecuencias del mismo era otro. Se cortó el pelo y se fue a Woodstock a vivir una vida tranquila y familiar, allí invitó a varios miembros de los Hawks (que se terminarían convirtiendo en The Band en la enorme casa rosa en la que vivían) y retomó la música en el verano de 1967, pero mientras el mundo de la música se volvía loco con la psicodelia a rebufo del Sgt. Pepper's de los Beatles, Dylan y The Band regresaban a la esencia de la música americana, el country de Hank Williams, el rockabilly del primer Johnny Cash, el blues de John Lee Hooker. Así en el sótano de aquella casa rosa, Dylan comenzó haciendo versiones de aquellas canciones y poco a poco comenzó a volver a escribir. Las surrealistas diatribas de su anterior fase dieron paso a versos mucho más sencillas y a canciones más pegadas a la tierra, por su fuera poco los miembros de The Band comenzaron a demostrar que tampoco eran mancos a la hora de componer, así Richard Manuel y Rick Danko, pusieron música a dos de los mejores textos de Dylan, Tears Of Rage y This Wheel's On Fire. No son los únicos clásicos de un disco en el que aparecen Too Much of Nothing, Crash on the Levee (Down in the Flood), You Ain't Goin' Nowhere o Nothing Was Delivered, todo sin olvidar que en estas mismas sesiones Dylan también compuso I Shall Be Released o Quinn the Eskimo (The Mighty Quinn). Fue una explosión de creatividad tremenda que dio un nuevo enfoque a la música popular en un momento en que su espartana forma de grabar era la opuesta al barroquismo de la época. Al final todo toco a su fin cuando Dylan se fue a Nashville a grabar John Wesley Harding. Eso sí, la leyenda sobre estas sesiones fue creciendo, y muchas de sus canciones comenzaron a aparecer en trabajos de otros artistas (los Byrds cogieron dos para su Sweetheart Of The Rodeo y The Band repescó otras en el sobresaliente Music From The Big Pink) algo que aumentó cuando en 1969 apareció The Great Big Wonder, el considerado primer disco pirata de la historia en el que aparecían varias canciones del sótano de la casa rosa. Al final, tras su exitoso regreso a los escenarios con The Band en 1974, se publicó este doble disco en 1975.
 



Desire (1976)
 

El disco que puso la banda sonora a la segunda gira más mítica de Dylan, la Rolling Thunder Revue. Un Dylan con la cara pintada de blanco y con la mejor voz de toda su carrera, se embarcó en una gira en medio del caos de su reciente divorcio. Musicalmente destaca la utilización del violín de Scarlet Rivera y los duetos con la gran Emmylou Harris que le dan a este disco un sonido totalmente propio. Entre las canciones hay verdaderas gemas como Isis, One more cup of coffee, Mozambique, Romance in Durango, Sara y uno de sus grandes clásicos Hurricane.
 

 

Time Out Of My Mind (1997)
 

La décimo novena reinvención de Dylan llegó tras ser hospitalizado con una grave enfermedad. Mientras estaba hospitalizado Dylan llegó a pensar que se iba a reunir con Elvis en breve, así que acuciado por su propia mortalidad entregó su mejor disco en décadas con la inestimable colaboración de Daniel Lanois. El productor ya le había ayudado con el notable Oh Mercy, pero fue este disco el que confirmó que Dylan se dirigía hacia un tercer pico en su carrera, Dylan comienza su etapa de 'crooner' blues con rasposa voz en un disco en el que le acompañan el fiel Duke Robillard y el propio Lanois a la guitarra. El resultado es un explosivo cóctel con las guitarras de Lanois, Robillard y Dylan mezcladas en las densas atmósferas del primero, que incluso pudo lucirse con un solo en su Gibson Les Paul Gold Top del 56 en la rockabilly Dirt Road Blues. Eso sí las dos mejores canciones son Love Sick y la colosal Not Dark Yet, una balada a la altura de lo mejor de su carrera en la que afronta la muerte con una voz que parece salida de ultratumba.
 

 

The Bootleg Series Vol. 4 - Live 1966: The "Royal Albert Hall" Concert (1997)
 

Uno de las giras más increíbles de la historia, rodeada de leyenda y mito. Dylan hizo el mayor corte de mangas a su propio público, algo que harían otros artistas después de él, como Bowie o Radiohead, pero que no ha sido superado. El concierto del Royal Albert Hall no fue realmente allí sino en el Free Trade Hall de Manchester, el 17 de mayo de 1966, y supone la culminación de la etapa más productiva de la carrera de Dylan. Con los Hawks como acompañamiento se lanzó a la carretera como una piedra rodante, desafiante y eléctrica. Sus actuaciones se dividían en dos, una primera acústica y una segunda totalmente eléctrica. El resultado solía ser acabar las actuaciones entre abucheos. Cansado, el batería Levon Helm abandonó la gira y fue sustituido por Mickey Jones. Así se presentaban las cosas en la primavera de 1966 cuando Dylan llegó a Inglaterra. Entre sus seguidores ingleses, había también mucho talibán folk, dispuesto a dejarse una pasta para poder abuchear a gusto. Ese 17 de mayo, uno de ellos provocaría la reacción más ardiente y poderosa jamás escuchada, por suerte alguien estaba allí para grabarlo. Después de un set acústico increíble, basado en la gran trilogía, Dylan incendia Manchester con un set eléctrico brutal en el que entrega increíbles versiones de canciones de su etapa acústica como Baby Let Me Follow You Down, de su primer disco,  One Too Many Mornings, de The Times The Are a Changin', y I Don't Believe You (She Acts Like We Never Had Met), una canción cuyo título le iba a dar la idea para una de las mejores respuestas de la historia del rock, cuando harto de todo, decide contestar al Mr. Jones que le grita "¡Judas!". "No te creo, eres un mentiroso", luego se da la vuelta y les dice a la banda con el mayor cabreo posible "¡tocad jodidamente fuerte!" y se lanza como un asesino a hacer la versión definitiva de Like A Rolling Stone, el equivalente a un mate en toda la cara de la turba folk que primero le elevó a Profeta y luego le quiso crucificar. En esta gira, en este concierto y en esa canción en particular se puede ver la rabia del que odia que le digan lo que tiene que hacer y decir, pero también la rebeldía del chico de instituto que dejó escrito en su anuario que su aspiración en la vida era unirse a Little Richard.
 



Love & Theft (2001)
 

Time Out Of Mind
fue el comienzo de una nueva etapa, pero Love & Theft fue su pico, Lanois deja la silla de productor y el propio Dylan se encarga de la tarea, tiene a su disposición una gran banda, con dos guitarristas tan brillantes como Larry Campbell y Charlie Sexton, y ha recuperado el fervor creativo. Aquí es donde consigue el sonido al que permanecerá fiel durante los siguientes años. Dylan sigue siendo consciente de su propia mortalidad pero esta también hay un lado positivo Si iba a morir lo iba a hacer con las botas de cuero español puestas y bailando. Bye and Bye es puro Tin Pan Alley, aquí se puede ver su amor por Sinatra o Billie Holiday y adelantarse a los discos de versiones del American Songbook. La letra da la clave del disco: "Well the future, for me is already a thing of the past". Y es que para su nuevo traje Dylan decide volver a echar la mirada atrás, la figura clave de los años 60 decide que sus influencias se encuentran más atrás de 1958, del rockabilly de Summer Days, con un gran trabajo de Campbell en su Telecaster y Sexton con su Collings SoCo, al blues de Chicago en Cry A While, o el blues del Delta en High Water (For Charley Patton), con un gran trabajo de Campbell al banjo. Aunque la canción que más claro nos deja que estamos ante un Dylan totalmente inspirado es la maravillosa Mississippi.

 

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