Al estilo de Ritchie Blackmore en Machine Head

Por Miguel Ángel Ariza

En su día ya le dedicamos un exhaustivo artículo a Ritchie Blackmore con motivo de su cumpleaños pero es que este tío es tan grande que deberíamos dedicarle uno todos y cada uno de los días del año.  

Esta vez vamos a centrar nuestros esfuerzos más que en hablar de sus guitarras en saber qué tipo de cosas se le pasaban por la cabeza al señor oscuro de los Deep Purple a finales del año 1971 cuando se fue a Suiza a grabar Machine Head con el resto de su banda, el disco más importante en su carrera, uno de los mejores discos de la historia de la música y más específicamente uno de los discos más importantes en la historia de la guitarra eléctrica.
 



Recordemos algunas características básicas de aquel Blackmore de los primeros 70. Lo primero y más destacable es que había aparcado para siempre su Gibson ES-335 con la que se había presentado al mundo con canciones como Hush unos años antes y abrazaba ya por completo las formas sensuales de las Fender Stratocaster. Hablamos en plural ya que probablemente desde que empezó a hacerse con ellas comenzase a cambiar pastillas, mástiles y cuerpos a discreción entre unas y otras creando finalmente las más adecuada para su sonido y su forma de tocar.  



Además sabemos que desde el comienzo de su carrera ya 'escalopaba' sus trastes para que la comodidad de sus dedos en el mástil fuese extraordinaria. Unía una altura de cuerdas pronunciada y sumaba el rebaje de los trastes a esa altura en sus mástiles, de los cuales siempre buscaba los más finos.  

Otra de sus señas de identidad desde aquellos primeros años setenta es la continua alteración en sus solos entre la pastilla de graves y la de agudos, sin pasar nunca por posiciones intermedias. Este hecho está tan ligado al estilo del británico que podrías eliminar la pastilla de medios de su Strato y nadie se daría cuenta.   

Una de las cosas que persiguió y en la que más centrado estaba aquel joven Blackmore era en sonar lo más alto posible. Ya hablamos en su día de como volvió medio loco a su amigo Jim Marshall para que le hiciera un amplificador que pudiese satisfacer sus ansias de decibelios en el escenario. Y por lo que ha contado muchos años después le costó muchísimo. Tanto que incluso hoy sabemos que dentro de una caja y un tolex de Marshall lo que realmente tenía Ritchie Blackmore dentro era un amplificador Vox, exactamente el mismo combo que usaba en los primeros discos de Deep Purple aunque en la época en la que centramos este artículo Jim Marshall ya había conseguido hacer a su amigo guitarrista el amplificador más ruidoso del mundo, un cabezal de 200 vatios al que añadía dos válvulas más a modo de 'boost' en el escenario.
 



Y efectivamente, como os podéis imaginar, ponía absolutamente todo al 10. ¿Qué ocurría? Que tenía que cambiar los altavoces de cada una de sus pantallas cada semana. No es una broma, él mismo hablaba de ese problema allá por los 70 y no era poco frecuente que el amplificador o alguno de los altavoces reventase en mitad de un show. De ahí que tuviese siempre su equipo de amplificación por duplicado en cada show de aquella época.  



Habiendo releído entrevistas de la época y viendo cómo se manifestaba encantado con el sonido de su Gibson ES-335 y su amplificador VOX nos preguntamos ¿por qué se cambió a Fender y a Marshall respectivamente? Pues lo decía ya en los setenta y lo repite casi cada vez que le preguntan: por pura estética. Sí amigos, este auténtico talibán de la pureza del sonido y de la música de rigor también fue joven y quiso “molar”.  

 

Ha criticado a lo largo de los años a casi tantos guitarristas como por los que se le ha preguntado; muchas veces, eso sí, ha alabado ciertos aspectos de muchos de ellos pero casi siempre desde una perspectiva de arriba a abajo...y es que en el fondo si fuésemos Ritchie Blackmore todos pensaríamos, y tendríamos todo el derecho a pensarlo, que no hay nadie que mole ni haya molado más que yo.